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América Latina, diversidad geográfica, biológica y cultural

América Latina, diversidad geográfica, biológica y cultural

América Latina es un recorte geográfico que parece evidente pero que en realidad es bastante impreciso y se ha ajustado a diversas necesidades, propósitos y contextos. En los modos de definir la región de América Latina, podemos identificar diferentes criterios. Una de las ideas que ha prevalecido ampliamente es de orden físico, que asume que América Latina se extiende al sur del río Bravo, que separa a Estados Unidos de Norteamérica de México.

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Reforzando este criterio, a veces se menciona que existiría cierta unidad geográfica dada por el eje montañoso desde el sur de la República Argentina hasta llegar a México, trasformado en la Sierra Madre. Para adoptar este criterio se ha tendido a menospreciar el hecho de que este elemento geográfico (la cordillera) solo se dispone de sur a norte y disminuye de manera relevante desde oeste hacia el este (incluso en gran parte del sector oriental de América del Sur se transforma en un llano y termina siendo imperceptible); así como también se ha omitido considerar la continuación de las cadenas montañosas en América del Norte.

Por otra parte, se ha apelado también a otros criterios físicos o bio-geográficos para dar unidad a la región, tales como el clima: teniendo en cuenta la extensión de su superficie tanto a lo largo como a lo ancho predomina una gran zona intertropical. Cuando el criterio usado para definir la región es de orden cultural, uno de los primeros parámetros que surge es la cuestión del idioma de raíces latinas.

Los Idiomas y nativos parlantes

Latinoamérica es la región que posee mayor cantidad de hispanohablantes, con un total de más de cuatrocientos millones de personas, motivo que hace que la lengua española resulte la principal de la región. En Brasil lo hablan alrededor de quinientas mil personas y por ley, denominada Ley del Español del año 2005, es la primera lengua extranjera que debe ser enseñada en los colegios.

Por otra parte, el idioma portugués, idioma oficial de Brasil desde el año 1654, es hablado en la actualidad por alrededor de ciento noventa millones de personas en este país. Estas lenguas oficiales en algunos casos se han mezclado con las lenguas de los pueblos originarios y han dado lugar a otras lenguas también. Las principales lenguas de las comunidades aborígenes que perduran en la actualidad son quechua y el guaraní.

La zona del quechua se ubica en los Andes centrales; se trata de una lengua hablada por unos diez millones de personas que viven en: Bolivia, Perú, Ecuador, Argentina, Colombia y Chile; el guaraní es utilizado por ocho millones de personas pertenecientes a los países de Paraguay, Brasil, Bolivia y Argentina, se encuentra ubicado geográficamente en las cercanías del río Paraná, y en el Paraguay fue declarado lengua oficial.

Asimismo, encontramos las lenguas mayas, habladas por alrededor de seis millones de personas y otras en cantidades menos relevantes como por ejemplo el aimara, que es idioma oficial en Bolivia, el mapuche que es hablado en unos doscientos mil habitantes de Chile y Argentina.

Por eso, aunque existen “bolsones” donde se hablan idiomas no luso-hispánicos ni indígenas (como por ejemplo Guyana, Belice o Surinam) y aunque hay otros lugares en el continente americano donde se hablan lenguas latinas (una importante parte de Canadá, Quebec tiene como idioma oficial el francés), la oposición de lo latino frente a lo anglosajón ha encontrado apoyatura en la cuestión lingüística para crear un criterio diferenciador para América latina.

La materialización geográfica de esta oposición entre sajones y latinos encarnó en los conflictos acarreados en relación con Panamá y el debate territorial que traía aparejado el hecho de que sea un posible cruce comercial entre los dos océanos. Surgieron disputas entre los grupos sajones del norte y los latinos del sur. Incluso, esa tensión tiene larga data: el cronista de Felipe II que estaba a cargo de realizar el mapa de las Indias occidentales delimitó con el Istmo de Panamá el norte y sur de la nueva tierra.

La religión en la región

La religión tiene una importancia singular en la formación de la identidad en Latinoamérica. El pueblo latinoamericano es identificado en un alto porcentaje con la religión católica: el 80% de la población del Brasil practica esta religión, el resto se divide entre el protestantismo, y en menor medida, el espiritismo. Así mismo hay religiones que no son tan multitudinarias como lo son las prácticas religiosas africanas, que completan los matices del colectivo que conforma el conglomerado de comunidades que integran la región.

El asunto económico y político

Otro criterio utilizado para definir la región latinoamericana combina aspectos económicos y políticos. En el plano económico la región se ha configurado en torno a diversos convenios entre los estados, como por ejemplo los generados por el MERCOSUR, ALBA, CAN, CELAC, por nombrar sólo los más relevantes.

Si bien estos convenios tienden, en su mayor parte a estar formados por los países de América del Sur, son representativos de la integración regional económica que se pretende fomentar en toda la región.

Por otra parte, un grupo minoritario formado por dirigentes de algunos países de América del Sur intenta posicionar a América del Sur y la Unidad sudamericana como un nuevo modelo de Latinoamérica, aun incluyendo países que no formaban parte del colectivo latinoamericano anterior, como por ejemplo las Guyanas o Surinam, que pasan a integrarse a través de acuerdos económicos como el PETROCARIBE, tal como se expresa en la página web oficial del acuerdo: “Constituye, además, un precedente de gran significación y un poderoso estímulo a la integración solidaria de América Latina y el Caribe, en contraposición con instrumentos colonialistas como los tratados de libre comercio.

La Identidad regional

Paises de Latinoamérica

La región de América latina presenta un territorio caracterizado por el mestizaje. Territorio hibrido, entendido como una fusión de relaciones culturales en el marco de la modernidad.  Al respecto vale la pena mencionar que, la palabra hibridación aparece más dúctil para nombrar no solo las mezclas de elementos étnicos o religiosos, sino con productos de las tecnologías avanzadas y procesos sociales o posmodernos.

Las poblaciones originarias mexicanas, las andinas y las mesoamericanas sufrieron ampliamente el impacto de la expansión europea. En algunos casos las etnias han logrado conservar el lenguaje, y diversas expresiones culturales como la música, la literatura, las artes plásticas, e incluso ritos y adoraciones (como por ejemplo el pueblo Aimara, conocido en la Argentina como Collas, que habitan en su mayoría los países de Bolivia y Perú, en menor medida Chile y por último Argentina, o el caso de los wayú entre Colombia y Venezuela.

Casi el 10 % de la población total de América Latina está formado por personas pertenecientes a pueblos originarios, lo que representa un total de casi 60 millones de personas -todos ellos se encuentran diseminados en diversas etnias, culturas y lenguas- Esta población se encuentra principalmente en Perú (27%), México (26%), Guatemala (15%), Bolivia (12%) y Ecuador (8%).

La población afro-descendiente representa alrededor del 30% de la población de la región, lo que involucra cerca de 180 millones de personas. Algunos de los países con mayor número de personas de esta etnia, son Brasil (50%), Colombia (20%) y Venezuela (10%).

Los pueblos nuevos

La antropología en el contexto latinoamericano hace mención en su clasificación a los pueblos nuevos, lo cual, se refiere a aquellos que surgieron de las etnias europeas y principalmente africanas traídas forzadamente para trabajos esclavos, con cualidades marcadas por un entramado racial y cultural, formando parte de los pueblos de Brasil, Colombia, Venezuela y Cuba. Todos los pueblos -denominados nuevos- han tenido que readaptarse a los nuevos territorios, colonizados o esclavistas, en interacción con los pueblos originarios.

Estos grupos fueron trasmitiendo sus culturas a las nuevas comunidades que surgían del resultado de uniones aborígenes y europeas. El grupo denominado pueblos trasplantados está formado por grupos de inmigrantes europeos y reproducen costumbres de los lugares de origen, aunque también fusionándose con prácticas locales, aquí ubicamos a Argentina y Uruguay.

Los pueblos testigos son los formados por los que predominan las culturas antiguas, como por ejemplo México, Perú, Bolivia y Guatemala. En la actualidad, la región, además de componer un mosaico de étnicas es, ante todo, un mosaico de estados nacionales.

Dentro de la disciplina geográfica con una perspectiva fenomenológica, la noción de región está asociada a la subjetividad de los individuos. La región es aquí un espacio vivido como un ámbito de identidad. Esa identidad de la que hablamos se construye con un conjunto de representaciones sociales, que pudo haber sido moldeada en la enseñanza escolar, en los medios de comunicación, en el llamado saber popular, en la cartografía, etc.

El nombre que se le da a una región, la toponimia, es un fuerte referente de construcción de la identidad, la cual genera una apropiación, un significado de ser, de pertenecer a ese lugar. Y aún, en algunos casos se forma en el mismo tiempo en que se re-significa una región, motivo que fomenta en las sociedades, el sentido de identidad.

Algunas formas de nombrar la región.

Ya sea por razones geográficas o por cuestiones históricas el nombre de la región ha ido adquiriendo variantes de acuerdo a los diversos períodos políticos y sociales. Si nos remontamos al período de la llegada de los españoles se comenzó a nombrar a la región como “las Indias Occidentales”, o también denominada “Nuevo Mundo”.

Luego fue llamada “América”, en honor a Américo Vespucio (como es sabido el nombre fue sugerido por Martin Waldseemüller, cartógrafo alemán, que menciona por primera vez el nombre en su mapa llamado “Universalis Cosmographia” en 150713).

A medida que se iban descubriendo nuevos territorios, estos iban adquiriendo distintos nombres relacionados a existentes en Europa, con el adjetivo “Nueva” delante, como por ejemplo “Nueva Granada” a la zona de los siguientes países: Colombia, Ecuador, Venezuela y Panamá y parte de Perú y de Brasil; “Nueva Castilla”, a lo que hoy conocemos como Perú y Ecuador; “Nueva Andalucía”, denominación que le fue otorgada a la actual Sucre.

En el año 1891, José Martí publicó un ensayo titulado “Nuestra América”, en el que analiza el contexto histórico por el cual estaban pasando los pueblos de América que luchaban por su independencia, ya no tanto de Europa sino del imperialismo de América del Norte, precisamente Estados Unidos (de hecho, uno de los temas mencionados en el ensayo se titula “Aldeanismo o Regionalismo”).

En este ensayo comienza a germinar la idea de unidad de los pueblos hispanoamericanos y a buscarse la identidad a través de la recuperación del nombre “América”, que él denunciaba como apropiado por Estados Unidos. Se refiere a la región como “Madre América”, además de usar el nombre “Nuestra América” con el que titula un ensayo.

Martí decía que “no hay odio de razas porque no hay razas”, y para constatar esta afirmación utiliza la expresión “América Latina”. En ella deseaba señalar la integración que se pretendía de los pueblos americanos frente a Estados Unidos, como expresara en otro párrafo “Todo nuestro anhelo está en poner alma a alma y mano a mano los pueblos de nuestra América Latina”.

La idea de América de Martí, surge en contraposición con las planteadas por otros personajes contemporáneos que tenían una posición europeizante en cuanto a la posesión de colonias en América. Al mencionar “Nuestra América” y “Madre América” intenta hacer una revalorización de los pueblos que habitaban América antes de la llegada de los españoles, intenta priorizar en su relato como integrantes de América a las razas que prevalecían antes de la conquista, como los mayas, incas y aztecas.

También podemos observar que las problemáticas del idioma aparecen involucradas en los modos de construir nombres para mencionar la región. De esta manera nos encontramos con expresiones como “Hispanoamérica” para hacer referencia a los países de habla hispana únicamente.

Esta designación ha sido muy criticada por diversos motivos, uno de ellos es que no se toma en cuenta las lenguas indígenas. Otro motivo de descrédito para el término Hispanoamérica es que ha sido retomado por intelectuales y políticos de la región simpatizantes con el régimen franquista, cuando en 1940 se crea en España el Consejo de la Hispanidad, con la intención de controlar que las ideas provenientes del marxismo no se diseminaran en el “Nuevo Mundo”.

En ese contexto, preferían esta expresión a la de América Latina que era asociada, por este Consejo y traslada a los referentes del mismo en la región, con movimientos revolucionarios inspirados en la Revolución Francesa.

También en referencia al origen peninsular de la colonización en Sudamérica, la denominación “Iberoamérica” incluye a Brasil, ya que recorta a las naciones independizadas de España y de Portugal.

La Multiculturalidad

Latinoamérica: Calle 13 / Orquesta Sinfónica Simón Bolivar de Venezuela

Resulta complejo el análisis multicultural en América Latina, dado que cada uno de los países conformantes de la región posee pluralidades internas, con diversas etnias, lenguas, tradiciones, relaciones estrechas y desiguales, diferentes crecimientos urbanos. Entonces denominaremos multiculturalismo al fenómeno que posee la región de la coexistencia de diversas culturas, razas, etnias, idiomas y religiones.

Esta característica junto al mestizaje mencionado anteriormente podría determinar un modo de identidad latinoamericana. La identidad y la diferencia son las bases conformantes del multiculturalismo.

Los términos multiculturalidad e interculturalidad tienen, a su vez, múltiples acepciones. Se entiende por interculturalidad al diálogo y a la interacción entre diversas culturas. En cambio, se reserva el término multiculturalidad para hablar de las acciones que manifiestan los Estados para controlar las distintas variantes que componen a las etnias.

Mientras que en la interculturalidad se da un espacio de comunión entre los grupos raciales, la multiculturalidad genera un ámbito de coexistencia de las diversidades bajo los parámetros establecidos por organismos estatales. La práctica efectiva de la interculturalidad en un pueblo llevaría a ese pueblo a denominarse pluricultural, que es la forma madura y ambiciosa de lograr entrelazar a las diferentes culturas de un pueblo. Se habla sí de una sociedad bien constituida y respetuosa del ser individual para formar un respetado ser colectivo.

Esta idea de lo multicultural acarrea la sensación de que no hay una sola forma de ser latinoamericano, sino varias maneras de serlo y que todas ellas forman parte de configurar una misma región. Quizás el punto de contacto lo encontremos en un conglomerado de sociedades con resabios de un pasado de exclusiones raciales, que denotan la marginalidad de algunas de las culturas que forman parte de esa identidad múltiple, ya que la identidad de esos grupos puede incluir, pero también excluir. Se trata entonces de un reconocimiento, de una inclusión de las minorías y de grupos postergados dentro de un todo, denominado América Latina.

Los principales promotores de la idea multicultural de América Latina son los medios de comunicación masivos. Estos promueven la idea de una integración posible y el mito de integrar un mismo colectivo, a pesar de formar parte de diferentes sitios, tanto culturales como políticos.

Vale decir que para hablar de multiculturalidad en América Latina siempre se recaló en el mestizaje entre europeos y aborígenes y entre europeos y afro-descendientes. En este sentido, la de “hibridación, como proceso de intersección y transacciones, es lo que hace posible que la multiculturalidad evite lo que tiene de segregación y pueda convertirse en interculturalidad. Las políticas de hibridación pueden servir para trabajar democráticamente con las divergencias, para que la historia no se reduzca a guerras entre culturas. Podemos decir que América Latina históricamente trabaja en asimilar culturas que le son ajenas e impuestas.

Fuente principal:

Nelsa Grimoldi, ¿De qué hablamos cuando hablamos de américa latina? un análisis a través de las imágenes?  Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.      La Plata, Argentina, junio 2014

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