Las ciudades son unidades vivas que cambian a lo largo del tiempo sin que sus habitantes sean conscientes de ello, olvidándose de su entorno anterior. Durante cientos de años, una ciudad puede cambiar completamente su apariencia e incluso su esencia. En un mundo que a menudo parece volverse más pequeño y más interconectado, todavía hay algo innegablemente cautivador en toparse con ciudades muy antiguas, raras y excepcionales para la humanidad.
Dado que la pérdida de los edificios históricos, que han sido transformados por el tiempo en ruinas arqueológicas es sumamente evidente y despierta el interés de especialistas e inexpertos en el tema, no ocurre lo mismo con las transformaciones en la ciudad. La memoria colectiva es fugaz y rápidamente se ajusta a los cambios, olvidando el estado anterior que queda únicamente recopilado en las fuentes documentales gráficas y escritas que describen con más o menos precisión un entorno urbano irrecuperable debido a que ha sido completamente sustituido por otro nuevo o perdido definitivamente.
Las ciudades han experimentado grandes cambios urbanísticos en los últimos siglos, debido sobre todo a los grandes progresos de la técnica y la tecnología, lo cual también ha modificado, y por primera vez, el modo en que las construyen. El acero y el hormigón armado han transformado por completo la imagen de la ciudad, generando una perspectiva distinta a la que existió hasta su aparición, lo cual, en líneas generales, debió ser bastante constante.
Abordar un análisis de la ciudad como entidad vulnerable supone entender su arquitectura y entorno como un instrumento o sistema tangible sometido a la acción inexorable de la destrucción. Dicha praxis se presta fácilmente a ser objeto de la hostilidad humana, desastres naturales o cataclismos artificiales menoscabando la identidad, el orden y el ritmo de las urbes consolidadas.
Los descubrimientos de estas ciudades ofrecen una conexión tangible con el pasado, permitiéndonos sumergirnos en la historia de una manera que este documental puede replicar.