Tradicionalmente, el término género ha tenido un uso fundamentalmente gramatical: distinguía palabras masculinas, femeninas o neutras. Sin embargo, en las últimas décadas dicho vocablo ha adquirido, progresivamente, significados distintos y novedosos. Las razones que han motivado esta evolución son muy complejas.
No obstante, podría señalarse que, en gran medida, son deudoras de las aportaciones del denominado discurso de género. En este marco, la expresión género ha ido, progresivamente, sustituyendo al clásico término sexo ‘. Dicha evolución ha tenido, por un lado, consecuencias positivas: así, por ejemplo, ha permitido percibir y matizar ciertas realidades sobre la identidad personal y sexual humana que, hasta hace poco tiempo, permanecían ocultas.
En esta línea, el «discurso de género» ha ayudado a poner en evidencia que, en el ser humano, la identidad sexual no depende forzosamente de la biología, sino que se encuentra mediada por la libertad y la cultura. Ciertamente, la identidad genética es un presupuesto insoslayable en el camino personal de búsqueda y conformación de la propia identidad sexual. No obstante, desde una perspectiva estrictamente biológica, la identidad sexual humana está inacabada.
Lo que históricamente ha sido entendido, en el caso de las mujeres, como un «destino ciego» puede ahora ser aniquilado o anulado gracias a la construcción del género deconstruible y reconstruible, social e individualmente. Por ello, no parece temerario afirmar que estamos, en realidad, ante una nueva ideología, entendida en el sentido clásico de distorsión de la realidad o, al menos, de minusvaloración de la misma.
La ideología de género se apoya, fundamentalmente, en una nueva antropología’, en una original visión de la persona y, más en concreto, de las relaciones entre naturaleza y cultura en la configuración de la identidad humana. Dicha antropología, tiene, por otro lado, claras consecuencias en la ética, la política e, incluso, en el derecho.
En concreto, la concepción del ser humano y de la sociedad que emerge, en general, de las gender theories afecta claramente a normas e instituciones tradicionales del derecho occidental como, por ejemplo, el matrimonio. Además, es evidente que la influencia de estas teorías ha sido especialmente incisiva en el ámbito de los derechos humanos. Así, por ejemplo, las propuestas de las Conferencias del Cairo (1994) y de Pekín (1995) influyeron profundamente en la ONU.
De la naturaleza a la cultura
La ideología de género es una construcción cultural, en donde el género se explica como algo completamente independiente del sexo, sin embargo, lo expuesto anteriormente se asume como una definición abstracta, dado que es un concepto abierto y distanciado de la parte biológica, la cual representa un no sustento basado en la realidad.
Por lo tanto, las diferencias biológicas entre hombres y mujeres han ido perdiendo cada vez más su valor e importancia. Finalmente, muchos asumen y concluyen que el género es superior al sexo, tal concepto es asumido como una fuerte influencia social, diferentes patrones culturales y vivenciales que cada vez resaltan y dan más valor a las nuevas creencias desestimando la parte biológica.
Esta ideología tiende a imponer básicamente criterios de carácter filosófico, en donde muchas de sus leyes están erradas y son injustas, y esto se afirma dado que no tiene nada que ver con la ley natural, lo que llama a la esencia propia del ser humano.
Por lo tanto, tal ideología se caracteriza por ignorar lo real, que representa las diferencias fisiológicas entre el hombre y la mujer, en donde los desplaza y da cabida a las ideas y pensamientos como un factor determinante y relevante al momento de asumir un rol.
Es decir, explica que lo más importante no es lo que experimentas o muestras fisiológicamente sino lo que sientes o piensas. Como resultado de tal ideología, se logra que la sociedad en general respete y valore a la comunidad LGBT dentro de un marco de una ideología que respalda lo que siente antes que lo biológico.
Por otro lado, la ideología de género es el nuevo método de explicar la realidad dejando atrás los postulados que mantienen la idea de la variedad sexual de varón y mujer; así, en su postulado explica que el dualismo natural y antinatural, ambos son parte de la sexualidad, como consecuencia nace la variedad de muchas sexualidades dejando de lado la diferencia sexual biológica.
Esta ideología de género, se considera como dos esferas separadas entre hombres y mujeres, la cual conlleva a realizar una división del trabajo, responsabilidades, intereses y actividades que tanto hombre como mujeres deben asumir dependiendo del sexo.
La ideología de género es un constructo de gran relevancia en el análisis psicológico del género, que define la multitud de comportamientos, creencias y actitudes de hombres y de mujeres, relacionados con la discriminación de género. Así mismo, conciben la ideología de género en dos extremos, la ideología tradicional y la ideología igualitaria.
Este constructo, ideología de género, define las diferentes creencias que hombres y mujeres, tienen sobre los roles y conductas que ambos sexos deben desarrollar a lo largo de la vida. Así, mencionan dos principales extremos de la ideología de género.
Por otro lado, la tradicional, la cual, mantiene la idea de que tanto hombre como mujeres cumplen roles completamente diferentes, es decir, en la casa, en la familia, en el trabajo con los hijos, etc. es ahí donde debe estar la mujer, mientras que en el sustento familiar a través del trabajo fuera de casa y en la seguridad del hogar el llamado a cumplir tal rol es el hombre.
La primera constituye el concepto de que las diferencias de género son principalmente de índoles social y son iguales las tareas y roles que ambos sexos deben asumir, es decir tanto el varón como la mujer pueden desarrollar responsabilidades y tareas del mismo modo, esto se constituye en ideología igualitaria.
Algunos modelos teóricos
La ideología tradicional de género: La ideología tradicional enfatiza las diferencias entre los sexos y relega a las mujeres a los roles de esposa, ama de casa y madre; las mujeres son consideradas como débiles y necesitadas de protección. El hombre es, en esta concepción, el encargado de darle esa protección a la mujer, a la vez que es considerado como la autoridad; los roles asignados al hombre enfatizan su función proveedora, le otorgan un lugar privilegiado en la toma de decisiones y reservan para él la esfera pública y externa al hogar.
La ideología feminista o igualitaria: La ideología de género igualitaria, por su parte, mantiene que las diferencias de género son fundamentalmente de carácter social y que los roles, tareas y funciones de hombres y mujeres son esencialmente los mismos. Las principales áreas consideradas en el estudio de la ideología de género son los roles laborales de hombres y mujeres, responsabilidades parentales, relaciones personales entre hombres y mujeres, reparto de tareas y responsabilidades en la esfera doméstica, normas que regulan el comportamiento cotidiano (urbanidad), sexualidad y maternidad, entre otros.
La ideología igualitaria: Defiende que las diferencias de género tienen un fundamento social y sobre todo en cuanto a las diversas tareas, o los roles que cada uno de ellos cumpla son igualitarios, es decir tanto hombre como mujeres pueden desarrollar las mismas responsabilidades independientemente de su sexo. Sobre qué es lo más correcto y coherente que tanto el hombre como la mujer están en las mismas condiciones de asumir los mismos roles, conductas y tareas a realizar en su diario vivir.
Se le ha denominado ideología feminista o igualitaria, pues sostiene que las diferencias de género son fundamentalmente de carácter social y que los roles, tareas y funciones para hombres y mujeres en esencia son los mismos.
Fuente Principal:
Joel Muñoz Mora, Evidencias psicométricas de la Escala de Ideología de Género (EIG) en estudiantes del nivel secundario de los colegios adventistas de la ciudad de Trujillo, Universidad Peruana Unión, 2020