Históricamente, el juego se ha analizado y entendido desde diversas perspectivas, moral, matemática, económica, legal, social, psicológica, cultural y, más recientemente, biológica. Dentro del campo de la salud, el interés ha venido principalmente de los profesionales de la salud mental y las adicciones.
Hasta hace relativamente poco el juego no era visto como una cuestión de salud pública. El valor de una perspectiva de salud pública es que aplica diferentes enfoques para entender el comportamiento de los juegos de azar, analizar sus beneficios y costes, e identifica estrategias de acción y puntos de intervención con todos los agentes involucrados.
Los encargados de diseñar y formular políticas, los investigadores y los profesionales en el sector de los juegos de azar pueden incorporar un marco de salud pública para reducir al mínimo sus consecuencias perjudiciales, mejorar la calidad de vida y proteger a las personas vulnerables, en nuestro caso los jóvenes y adolescentes que cada vez más tienen mayor disponibilidad y accesibilidad a los juegos de azar.
El juego en sí es una actividad normal y positiva en la vida de cualquier niño o adolescente y permite el desarrollo físico, psicológico y social, facilitando que descubra y aprenda las normas sociales y de convivencia. Pero cuando este juego se convierte en competitivo y permite la consecución de algo valorado y generalmente material, podemos decir que el tren del juego cambia de vía y empieza a discurrir entre un extenso repertorio de formas de actividad lúdica que pueden llevar de la alegría a la pasión y del entretenimiento a la obsesión.
El juego como situación problema
Cuando el juego empieza a suscitar la ilusión de un rápido y fácil enriquecimiento y evoca remotas formas de combate en las que el jugador se siente fascinado y atraído por una tensión que mezcla el castigo y la recompensa y en la que el azar aparece como un invitado especial, con cuyos secretos y veleidades cree el jugador que puede también jugar y hasta ganar, estamos ya en el territorio abonado para el juego problemático, que podrá ser en algunos casos también patológico.
El problema del juego patológico se da normalmente en los juegos de azar con remuneración económica. Aunque la actividad del juego no precisa necesariamente del componente económico para derivar en problemática, suele ser el carácter oneroso el factor que precipita su conversión en patológico.
En los hogares y los bares, en los que juegan familiares y amigos, es muy corriente que los juegos de azar con cartas o dominó se hagan con alubias o monedas de muy escaso valor con la intención de mantener el interés del juego (si no hay ganancia en juego, pierde estímulo) y al mismo tiempo no despertar ambiciones y rencores en los participantes. Podemos considerar que es una forma de prevenir el posible daño en una actividad que la cultura popular considera de riesgo si se introducen elementos de valor en el juego.
El afán de lucro es un factor muy importante del juego problemático, pero no es indispensable para que aparezca. En este contexto, consideramos “juego” a una actividad en la que un individuo arriesga un objeto o algo de valor, por lo general, dinero, a cambio de la posibilidad de conseguir otro objeto o dinero de valor superior. Como veremos existen múltiples tipos de juegos.
En casi todos ellos intervienen factores de azar, pero los llamados juegos de técnica se caracterizan porque el respeto a las normas, la capacidad y el entrenamiento de los participantes se identifican como determinantes del resultado. En el ajedrez, el azar se limita a la posibilidad de jugar blancas o negras; el resto es habilidad, técnica e inteligencia.
En el llamado juego profesional, que casi siempre es un jugador de ventaja que dispone de información privilegiada (el corredor de apuestas en carreras de caballos o el corredor de la bolsa de valores), los riesgos están medidos y limitados y la disciplina es central, por lo cual la destreza del sujeto ocupa un lugar prioritario respecto al factor azar.
En el juego de azar existe independencia entre la conducta del sujeto y el éxito o fracaso final. Por desgracia, son precisamente los juegos en los que el azar juega un mayor papel, cuando no todo, aquellos que parecen despertar mayor atractivo y en los que las probabilidades de entrar en el juego problemático se incrementan.
La creencia de tener algún atisbo de posibilidad de conocer el resultado del azar sea por la vía de un esmerado “cálculo de probabilidades” o por la de la mera superstición, suscita un mágico atractivo en muchos jugadores que piensan tener más probabilidades que los demás participantes en el juego.
Ludopatía o juego patológico
En el juego patológico, o ludopatía, la actividad parece dirigida a controlar las leyes del azar, es recurrente y origina en forma progresiva diferentes trastornos en la vida personal y social del sujeto afectado. La ludopatía es una enfermedad, reconocida como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El reconocimiento oficial del juego patológico como trastorno se produjo en 1980, fecha en la que se incluyó en una de las categorías del DSM-III (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, manual oficial de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA)).
Más recientemente, el juego patológico tiene criterios diagnósticos descritos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales, 4ª edición (DMS-IV-TR) y en la Clasificación Internacional de las Enfermedades, 10ª edición (CIE-10), como un trastorno de impulsividad Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, fourth edition (DSM-IV, consistente en el fracaso del control de los impulsos, manifestado en un comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente, que altera, como cualquier adicción, la vulnerabilidad de la persona que lo padece, deteriorando de manera muy fuerte su vida personal, familiar y profesional.
La quinta edición (DMS-V) reevalúa esta patología (Gambling Disorder) adscribiéndola en un nuevo apartado denominado “trastornos adictivos no relacionados a sustancias”, dentro de la sección de “trastornos por uso de sustancias y adictivos”. Tener buena salud no significa solamente estar bien físicamente. La OMS define a la salud, como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedad.
El juego patológico al igual que otras adicciones representan un problema de salud pública para la sociedad y el sistema sanitario. Estamos ante una adicción de carácter comportamental que no requiere sustancia material alguna. Los especialistas se refieren hoy día a las adicciones como una enfermedad biopsicosocial, identificándola no sólo como un problema individual, sino también como un problema social.
Fuente principal:
Santiago Pérez Camarero, Bleric Alcalá Revilla, Guillermo Pérez Cañellas. Juventud y juegos de azar. Una visión general del juego en los jóvenes. Observatorio de la Juventud en España, Madrid- España