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Efectos del consumo de bebidas alcohólicas

Efectos del consumo de bebidas alcohólicas

Los efectos del consumo de bebidas alcohólicas, de acuerdo a estudios recientes y conclusiones de organismos internacionales dan cuenta de que, más de las tres cuartas partes de la población ha bebido en alguna ocasión, una prevalencia que se asemeja a la mostrada en encuestas realizadas en diferentes paises y regiones. Sin embargo, la forma de consumo es distinta entre la población en general.

El patrón de consumo encontrado en los estudios es de tipo anglosajón, relacionado con una forma de diversión nocturna o en momentos de fiesta y con una fuerte presencia de un modelo binge-drinking (excesivo) de consumo.

Aunque la media global del consumo de alcohol de forma semanal no es muy elevada (algo más de 50 gramos semanales), la mayoría del consumo se concentra en el fin de semana donde predomina el consumo de bebidas de alta graduación, siendo el vino la bebida alcohólica menos consumida entre la población joven. El alcohol es una de las sustancias más ampliamente utilizadas en el mundo. La ingesta de riesgo y el consumo nocivo de alcohol es una de las primeras causas prevenibles de morbilidad y mortalidad.

El consumo de alcohol ocupa el tercer lugar entre los factores de riesgo de la carga mundial de morbilidad: es el primer factor de riesgo en el Pacífico Occidental y las Américas, y el segundo en Europa.  Además de los más de 60 diferentes tipos de enfermedad que puede causar, el alcohol es responsable de notables perjuicios sociales, mentales y emocionales, incluyendo criminalidad y todo tipo de violencia, así como absentismo laboral, que conducen a enormes costes para la sociedad.

El uso nocivo de bebidas alcohólicas causa 2.5 millones de muertes cada año y es el tercer factor de riesgo más importante de muerte prematura y enfermedad, después del tabaquismo y la hipertensión arterial, y por delante del hipercolesterolemia y el sobrepeso. Es una droga de abuso y dependencia que causa de la muerte directa de unos 320.000 jóvenes de entre 15 y 29 años de edad, lo que representa un alto porcentaje de las defunciones en ese grupo etario.

Antecedentes históricos.

La obtención y consumo de alcohol va estrechamente ligado a los aconteceres sociales de nuestra civilización desde tiempos inmemoriales. El alcohol es, de hecho, la primera droga de la que los textos históricos se han referido en términos de abuso, varios miles de años antes de Cristo.

El alcohol ha sido sin duda la droga por excelencia de los pueblos mediterráneos. Sus efectos embriagantes fueron utilizados como vínculo litúrgico por egipcios, griegos, romanos y hebreos. Los egipcios son los inventores de la cerveza tres milenios antes de Cristo. Aún antes, la civilización de Mesopotamia conocía y utilizaba de otras bebidas fermentadas similares, citadas incluso en el código de Hammurabi, donde se prescribía la pena de ser arrojado al río para aquellos propietarios de locales de bebidas que permitieran la embriaguez de sus clientes

Los árabes conocieron el alcohol extraído del vino por destilación y dieron nombre a esta sustancia (al-kukhūl  [كحول  ال ], que significa espíritu). Sin embargo, su descubrimiento se remonta a principios del siglo XIV, atribuyéndose al médico Arnau de Villanova, sabio alquimista y profesor de medicina en Montpellier.

La quinta esencia de Ramon Llull no era otra cosa que el alcohol rectificado a una más suave temperatura. Lavoisier fue quien dio a conocer el origen y la manera de producir el alcohol por medio de la fermentación vínica, demostrando que bajo la influencia de la levadura de cerveza el azúcar de uva se transforma en ácido carbónico y alcohol [Sharman 2005].

Fue además estudiado por Scheele, Gehle, Thénard, Duma y Boullay, y en 1854 Berthelot lo obtuvo por síntesis. El avance tecnológico de los siglos XVIII y XIX permite el desarrollo de la crianza de los vinos, cervezas y licores prácticamente como los conocemos en la actualidad. La investigación científica del químico francés Louis Pasteur (1822-1895) permitió un mejor conocimiento de los procesos de fermentación y destilación, lo cual posibilitó la industrialización del proceso productivo del alcohol, así como su mejoramiento y abaratamiento.

El consumo nocivo

El consumo perjudicial o dañino de alcohol sería aquel patrón de consumo que causa daño a la salud. El daño puede ser físico (pe. cirrosis hepática) o mental (depresión asociada al consumo). Las consecuencias sociales en sí mismas no son suficientes para el diagnóstico de consumo perjudicial o dañino.

La OMS en sus criterios de clasificación internacional de enfermedades (CIE-10) define la dependencia del alcohol como el conjunto de manifestaciones fisiológicas, de conducta y cognitivas que se desarrollan tras el consumo repetido de la sustancia y que típicamente incluyen un fuerte deseo de consumirla:

  • Dificultad de controlar el uso (se consume más o durante más tiempo del deseado o existen intentos infructuosos de abandonar la sustancia).
  • Persistencia en el consumo a pesar de consecuencias negativas.
  • Reducción o abandono de actividades sociales, ocupacionales o recreativas para consumir o como consecuencia del consumo.
  • Aumento de la tolerancia.
  • Aparición de síntomas de abstinencia o consumo para evitar los síntomas de abstinencia.

Se entiende por alcoholismo el consumo excesivo de una determinada cantidad de alcohol que pueda comportar un riesgo para la salud. Las evidencias epidemiológicas sitúan el límite de riesgo en cifras equivalentes a 30-40 g/día para los varones y en 20-30 g/día para las mujeres.

¿Por qué debemos ser responsables con su consumo?

Se considera consumo peligroso o de riesgo cuando la ingesta semanal es superior a 280 g (28 UBEs) en el varón ó 170 g (17 UBEs) en la mujer. También se considera peligroso consumir 50 g (5 UBEs) en 24 horas, una o más veces al mes. Alrededor del 10% de la población de algunos países padece algún tipo de trastorno relacionado con el alcohol, que provoca unas 100.000 muertes al año.

La Unidad de Bebida Estándar o U.B.E. equivale a 10 gramos de alcohol. Un hígado sano puede metabolizar una UBE cada hora y cuarto u hora y media.

Fuente principal:

Mª DE LA VILLA JUÁREZ JIMÉNEZ, “Consumo alcohol, tabaco, drogas ilegales de los profesionales internos residentes de Andalucía y el consejo clínico”. Universidad de Jaén, España, 2015

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