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¿Estamos en el Antropoceno? El concepto científico

¿Estamos en el Antropoceno? El concepto científico

“El Antropoceno define el trascendental cambio histórico de circunstancias por el que los sistemas biofísicos del planeta ya no son independientes de las acciones de las personas. […] Las personas han cambiado oficial y geológicamente el curso de la naturaleza a escala global. La idea del Antropoceno reivindica una integración de la historia biofísica y la historia humana, y supone la razón principal por la que la historia de la humanidad en la Tierra se haya convertido en la actividad central de este grupo mayoritariamente científico” (Robin & Steffen 2007, p.1699).

El impacto de la actividad humana sobre la Tierra es tan profundo que es necesario reconocer una nueva época geológica: el antropoceno. Esta es la conclusión a la que ha llegado un grupo de expertos y científicos en el mundo.

El Antropoceno es un término polívoco; es decir, designa una serie de conceptos, muchos de ellos aún en construcción. Habría que hablar en todo caso de “Antropocenos”, en plural, si se quiere abordar la cuestión con un mínimo de precisión. Desde hace aproximadamente 15 años, el término se ha expandido vertiginosamente a lo largo y ancho del imaginario social occidental.

En este sentido, hace carrera que el termino Antropoceno se ha creado para designar las repercusiones que tienen en el clima y la biodiversidad tanto la rápida acumulación de gases de efecto de invernadero como los daños irreversibles ocasionados por el consumo excesivo de recursos naturales.

El año 2008 fue un momento clave, cuando aparecieron artículos en medios de comunicación como The Washington Post, Scientific American, The Guardian, Daily Mail o New Scientist (Trischler 2017). Los titulares parecían anunciar un hecho científico inaudito: la comunidad científica estaba considerando designar una nueva época geológica caracterizada por el impacto humano en el planeta.

En virtud de la ineludible relevancia social que tal instancia científica estimulaba, la expresión se convirtió desde entonces en un icono del zeitgeist, un símbolo cultural de la concienciación medioambiental contemporánea. Ha aparecido en podcasts, videos de YouTube, en galerías de arte, en hashtags de Twitter y en numerosos títulos de revistas, documentales, libros y artículos periodísticos.

Los residuos orgánicos contribuye a que los cambios del clima que experimentamos en la actualidad sean los más graves de los últimos 100 años.
El cambio climático hace que la materia orgánica se seque con más facilidad, aumentando así el potencial de propagación de los incendios forestales.

El término ha proporcionado una heurística positiva en debates culturales de amplio espectro, sin duda, pero también ha supuesto todo un asunto muy repetitivo entre círculos intelectuales de ciencias sociales y humanidades. Una de las semánticas habituales en este ámbito académico —a menudo acogida entre defensores del pos humanismo— refiere a un cambio en la relación del ser humano con el planeta, a una “naturaleza” transformada por el anthropos, y cuyas implicaciones requieren desdibujar las fronteras entre lo natural y lo cultural.

Cuando en los títulos de una publicación figura “…en el Antropoceno”, a veces la expresión quiere decir “en un mundo de complejos entrelazamientos entre lo natural y lo humano”, otras “en nuestra época moderna, dominada por los humanos” o “en un mundo alejado de la estabilidad del Holoceno”, terminando incluso por referirse a un general “a lo largo de la historia de la humanidad”

Fenómenos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la explotación de recursos naturales, quedan todos ellos aunados y conectados bajo un vocablo que encapsula un multifacético abanico de impactos humanos en el mundo natural. El Antropoceno es, en este sentido, una etiqueta instrumental para reflexionar desde lo más íntimo y personal hasta lo planetario, desde el tiempo profundo hasta el futuro de la humanidad en la Tierra.

La génesis del concepto

Se hace referencia al Antropoceno como concepto científico, entendido éste en su significación original en ciencias naturales. Su primera enunciación tuvo lugar en el año 2000 en boca del premio Nobel de química Paul J. Crutzen. El científico neerlandés estaba atendiendo una ponencia en el trascurso de un congreso interdisciplinar cuando, escuchando constantes alusiones al Holoceno, improvisadamente exclamó: “No, estamos en el Antropoceno”.

Lo que entonces pareció un recurso terminológico inocente, tras una serie de publicaciones la expresión comenzó a encapsular una idea disruptiva: la humanidad se había convertido en el principal agente de cambio en el “Sistema Tierra”. Este último apelativo es, de hecho, significativo para comprender la semántica original del Antropoceno. Y es que Crutzen fue uno de los líderes en la conformación de la denominada Earth System Science (ESS), una nueva ciencia interdisciplinar que experimentó legitimidad mientras el término, paralelamente, se popularizaba en diversas comunidades científicas durante la primera década del siglo XXI.

Contaminación ambiental por componentes nocivos químicos

La consolidación de la ESS como paradigma de investigación trajo consigo varias novedades, entre ellas la concepción científica de la Tierra como un único sistema global, complejo y autorregulado, compuesto por subsistemas que diferentes ciencias venían estudiando por separado: la biosfera, la geosfera, la atmósfera y la hidrosfera.

Podría esperarse que un término como “Antropoceno” —léxicamente similar a otras unidades geológicas, como el “Pleistoceno” o el “Holoceno”— fuera sugerido por la comunidad estratigráfica, que es la que tradicionalmente se encarga de dividir la escala temporal geológica. En este caso no fue así. El Antropoceno comenzó a concebirse como una época, en sentido estricto, en el año 2008, cuando un grupo de geólogos consideró que el concepto promovido y popularizado por la ESS tenía mérito suficiente como para estudiar su formalización en términos estrictamente estratigráficos,

Fue así como al año siguiente se conformó el Antropocene Working Group (AWG), un equipo multidisciplinar que desde entonces se esfuerza en recopilar las evidencias empíricas pertinentes que avalarían una eventual formalización del Antropoceno como época geológica oficial. Por lo tanto, como concepto científico, el Antropoceno puede concebirse desde al menos dos perspectivas diferentes:

  1. como un cambio de estado en el Sistema Tierra y
  2. como una potencial unidad cronoestratigráfica de tiempo geológico.

La narrativa histórica del Antropoceno como concepto, por otra parte, forma parte de la historiografía desarrollada por los científicos —y académicos afines— vinculados con la comunidad del Cambio Global. De hecho, desde el año 2003 se ha tratado de generar una “autohistoriografía” denotada como Integrated History and Future of People on Earth (IHOPE), en la que los historiadores son los científicos y académicos de humanidades que pertenecen a la propia comunidad.

Estos “nuevos historiadores” colaboran en integrar el pasado del Sistema Tierra y la historia de la humanidad “con el objetivo de logar un futuro justo y sostenible. Así, es claro y patente que este tipo de historiografías se guía bajo su propia axiología, puesto que la historia la escriben “una coalición de académicos de ciencias y humanidades con las comunidades para facilitar la gestión local pragmática, sostenible y ética, con el fin de diversificar el conocimiento a la hora de gestionar el futuro.

Preocupación por la acción humana sobre el medio y Antropoceno

Se tiende a considerar, por parte de la opinión pública y de los medios (e incluso por no pocos científicos), que la modificación de las características del planeta por parte de los seres humanos es algo propio de tiempos muy recientes, y también que es igualmente reciente la preocupación por la alteración del medio ambiente y sus posibles consecuencias para las personas. Esto está bastante lejos de la realidad.

Desde hace mucho tiempo ha existido una conciencia social sobre los problemas de deterioro ambiental causado por las actividades humanas, que dio lugar a que se dictaran, por parte de los poderes públicos, normas encaminadas a atajar el mismo. En lo que se refiere al concepto de ‘antropoceno’, en el sentido de etapa de la historia de la Tierra caracterizada por la influencia humana sobre la misma, tampoco estamos ante algo reciente.

Conviene considerar los elementos materiales que han experimentado cambios en los tiempos recientes, que podrían servir para definir el Antropoceno y permitirían diferenciarlo de periodos anteriores a través del registro geológico. Esto es, tratar de ver si los citados cambios son significativos y de una entidad comparable a los cambios que han marcado el tránsito entre otras épocas geológicas.

Dichos elementos son básicamente de dos tipos. Por un lado, los depósitos y formas que se están originando como consecuencia de la actividad humana y que son diferenciables de los debidos a procesos naturales. Eso incluye diversos tipos de rocas, minerales, compuestos químicos y fósiles ‘tecnológicos’, así como ‘antropogeoformas’ no existentes en etapas anteriores de la historia geológica.

La contaminación por plástico puede alterar los hábitats y los procesos naturales

Se pueden citar como ejemplos el hormigón, los materiales cerámicos, los minerales derivados de la metalurgia, metales como el aluminio o el acero, plásticos, multitud de compuestos sintéticos y, por supuesto, radionucleidos de origen artificial. También, unidades ‘antropogeomorfológicas’ de dimensiones muy considerables, como las ciudades o grandes obras civiles. Por otro lado, están los cambios que hayan podido experimentar ciertos procesos que, aunque no necesariamente generen nuevos materiales, sí pueden dar lugar a variaciones significativas en las tasas de los mismos.

Baste citar como ejemplos el bien conocido cambio climático o, bastante menos conocidos por el público en general, la extinción de especies (o la aparición de nuevas especies o variedades producto de la acción humana) y los procesos de erosión y sedimentación. Muchos de esos cambios pueden dejar huellas identificables (marcadores estratigráficos) en el registro geológico (Price, 2011; Lewis y Maslin, 2015), que podrían ser identificados por los geólogos en el futuro (¿dentro de cientos, miles, centenares de miles o millones de años?). Otros, probablemente no persistirán más de unas décadas.

La persistencia o no de esos elementos en el registro geológico dependerá de la naturaleza de los mismos y de las condiciones ambientales existentes en el medio de deposición. Exactamente lo mismo que ha ocurrido, a lo largo de toda la historia geológica, con los restos fósiles de origen puramente natural.

Simposio desde Chile

Fuentes principales:

José Luis Granados Mateo, El antropoceno como concepto científico un enfoque integrativo de su historia y axiología, Universidad del país vasco, Euskal Herriko UnibertsitateaUPV/EHU, 2022

Antonio Cendrero Uceda, El debate sobre el antropoceno. reflejo social, datos científicos y aspectos formales, REAL ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES, MADRID DOMICILIO DE LA ACADEMIA, Madrid 2017.

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