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La sinceridad, expresarse sin mentiras

La sinceridad, expresarse sin mentiras

La sinceridad es el modo de expresarse sin mentiras ni fingimientos. El término está asociado a la veracidad y la sencillez; esto no significa decir todo lo que se piensa, sin filtros. Los pensamientos de una persona no son la verdad absoluta, sino lo que ese individuo opina.

Esta virtud o valor en las personas consiste en que cuando se dice algo, se diga lo que se piensa, independientemente de las consecuencias que ello traiga. Implica el respeto por la verdad (aquello que se dice en conformidad con lo que se piensa o se siente). Quien es sincero, dice la verdad.

La sinceridad es un valor que caracteriza a las personas por su actitud congruente, que mantienen en todo momento, basada en la veracidad de sus palabras y acciones. Si queremos ser sinceros necesitamos decir siempre la verdad; esto que parece tan sencillo, resulta una tarea muy dificultosa para algunas personas.

Todos nos equivocamos, y reconocerlo no nos debilita, al contrario, refuerza nuestra imagen. Decir la verdad es muy importante en las relaciones humanad, y hacerlo empatizando con el otro, poniéndonos en su lugar y dejándole lugar para explicar sus razones, nos hará buenos hijos, padres, hermanos, compañeros de trabajo, amigos entre otras relaciones importantes.

Ser sincero

La sinceridad significa ser honesto y directo sin fingir nada, sin ninguna falsedad ni engaño. Ser una persona más sincera puede referirse a cómo interactúas con los demás, pero al final la sinceridad debe empezar desde ti. Empezar a reconocer tus pensamientos y sentimientos puede ayudarte a convertirte en una persona más auténtica, que a su vez puede ayudarte a convertirte en una persona más sincera al lidiar con los demás.

Ser sincero implica ser fiel a lo que uno es, siempre mostrarle al exterior lo que somos en el interior ante cualquier situación o persona, ya que pretender o fingir también es mentir, y actuar de esta manera sería ser hipócrita. Una persona que es sincera se está aceptando a sí misma como es, posee una buena autoestima y por eso no tiene problemas en mostrarse tal y como es.

Si bien aceptamos que es un valor importante y bueno ser sincero, también el exceso de sinceridad puede ser contraproducente. Debemos tener un filtro, no podemos siempre andar diciendo lo que pensamos o respondiendo como queramos.

Actuar de forma sincera implica decir la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso; por ello, siempre debemos estar dispuestos a:

  • Aceptar cuando cometemos un error o equivocación y no culpar a alguien más por ello.
  • Reconocer los méritos ajenos y aún más si parecen propios.
  • Realizar lo que nos ordenan, aunque no haya quien lo supervise.
  • Decirle de frente a una persona lo que se piensa de ella y no hablar en su ausencia.
  • Pagar las deudas aún sin que nos lo pidan.
  • Devolver a quien nos da dinero o algo de más sin darse que este se dé cuenta.
  • Devolver el dinero u objetos que se encuentren y tengan dueño.
  • No engañar a la gente con publicidad engañosa.
  • Decir la verdad, aunque cueste trabajo admitirla o nos cause consecuencias negativas en nuestra vida.
  • Siempre devolver lo que nos prestan aun cuando no nos lo hayan pedido.

Faltar a la verdad

Tanto en la edad infantil como en la adulta, mentimos por temor a lo que pueda pasar, a no controlar la situación o a vernos perjudicados por una determinada información. Después, estaría la compasión, a la que atribuye la responsabilidad de las mentiras piadosas, que desaprueba totalmente.

La mentira piadosa, no es aceptable desde el punto de vista ético, pues significa tratar al otro de un modo paternalista y no como un interlocutor válido, un sujeto autónomo. Las mentiras tienen niveles y dependen mucho de las circunstancias.

El filósofo Jean-Jacques Rousseau afirmó hace tres siglos: “El hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe”. ¿Nace el hombre sincero y es la mentira un comportamiento aprendido? Existe una tendencia inherente del hombre a la sinceridad, pero ya en los primeros años de vida existen mecanismos de control, de censura y de limitación, que hacen que aprendamos a gestionar la intimidad y los deseos en virtud de contextos y parámetros culturales.

Hay situaciones en las que por no hacer daño a los demás o a uno mismo, faltamos a la verdad. En estos casos, mentir puede evitar males mayores. Esto no quiere decir que se le dé validez a la mentira. Lo ideal es ser sincero y aceptar las consecuencias que la verdad traiga consigo. Pero como seres humanos que somos, la mayoría de nuestras mentiras son errores achacables a nuestra imperfección.

Fuentes:

  • elpais.com
  • seryhumano.com
  • Valores. fundaciontelevisa.org
  • brainly.lat
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