La risa no soluciona problemas, sino que los hace más suaves. No abona las deudas, pero concede un descanso. No elimina las lesiones, pero les da un poco de sal y sol: las limpia, las sana, las modifica. De acuerdo con una investigación de la Universidad de Stanford, el acto de reír disminuye el estrés en el trabajo y potencia la retención de información hasta un 40%. En otras palabras, podrías recordar con mayor profundidad lo que alguien expresó en una reunión si lo hizo con humor… o si te hizo reír mientras lo expresaba.
Reír es una conducta sumamente humana. Es una manera de resistir lo que pesa, de establecer vínculos con otros, de recuperarse a sí mismo. Nos reafirma que persistimos en la vida, incluso cuando la vida se torna complicada. Existen risas tenues, que solo se asoman, y otras que estallan sin solicitar autorización. Risas amigables, nerviosas, incomprensibles. Risas provenientes del cuerpo completo. A pesar de que en ocasiones olvidemos reír, es suficiente con una chispa, una mirada, una palabra, un recuerdo tonto, para que vuelva.
La risa no es una evasión: es un método para acoger el momento actual. Reír no implica abandonar la importancia de la vida, sino evitar que la vida se torne insoportable. Por lo tanto, ríe. Ríete de lo que sea posible. Incluso ríete de ti mismo. No existe una señal más evidente de que todavía existe felicidad por descubrir.

La risa en nuestras actividades diarias
Estamos tan concentrados en alcanzar objetivos, eliminar tareas pendientes y maximizar el tiempo, que en ocasiones olvidamos un aspecto fundamental: reír también contribuye a la productividad. No por acumular números, sino porque mantiene el ánimo, revitaliza la mente y potencia nuestra manera de interactuar con el ambiente.
La carcajada no es meramente una reacción emocional, es un instrumento de bienestar. Las investigaciones indican que reír disminuye el cortisol (hormona del estrés), potencia la oxigenación cerebral y nos fortalece frente a la rutina y los retos cotidianos. En resumen: el reír nos fortalece, nos hace más humanos y, paradójicamente, nos hace más eficaces.
¿Te ha sucedido que una circunstancia tensa se transforma totalmente con una risa conjunta? ¿O que un día agobiante se alivia con un comentario imprevisto que te provoca una risa? No es una coincidencia. Es el cuerpo que nos recuerda que no todo debe ser dominio, rigidez o urgencia.
Incorporar instantes de alegría en tu día no es inmaduro, es astuto. Asiste en la conservación de la perspectiva, refuerza lazos y nos reafirma que, a pesar de que no todo en la vida es ameno, siempre existe un lugar para observar con otra perspectiva… incluso lo complicado. Por lo tanto, ríe cuando puedas. Si es necesario, provoca la risa. Haz lugar para ella en el desorden. En última instancia, los días son más recordados por los instantes que nos hicieron reír que por las tareas pendientes que conseguimos finalizar.
Reír en el trabajo
Dentro de encuentros, entregas a corto plazo, métricas, informes y correos que indican «únicamente para seguirle», la risa se vuelve un lujo. Pero no es verdad. Es una herramienta infravalorada con ventajas profesionales que trascienden mucho más allá de simplificar el café de trabajo.
Reír en el entorno laboral no significa desperdiciar el tiempo. Es liberarle oxígeno. Optimiza el entorno, disminuye tensiones, impulsa la creatividad y, un dato relevante, humaniza. Un equipo que se ríe en conjunto no solo coopera de manera más efectiva: soporta con mayor eficacia los lunes y los Excel imposibles. Además, la risa posee un extraordinario poder diplomático.
¿Debes realizar una retroalimentación difícil? En ocasiones, un toque de humor (bien evaluado, por supuesto) puede desbloquear oportunidades que una crítica directa cerraría con vehemencia. El humor, empleado con astucia, no suprime la seriedad: aporta proximidad.
Eso sí, no hablamos de convertir la oficina en un show humorístico. Es necesario comprender que el profesionalismo no está reñido con la calidez, y que una carcajada correctamente situada puede resultar más provechosa que tres reuniones mal programadas. Al concluir el día, colaborar con personas que hacen reír (y que te hacen reír) es una bendición. Y si ese equipo no te impactó… bueno, transfórmate en la persona que apaga bombas con una sonrisa.
¿Por qué se dice que “la risa es un remedio infalible”?
Porque es verdad. No en términos de sustituir fármacos o terapias, sino como un instrumento potente para la salud emocional, física y social. Esta expresión popular no exagera: ciencia, experiencia y sentido común están de acuerdo en que la risa ejerce impactos revolucionarios en nuestra vida cotidiana.
Desde el ámbito científico: Minimiza el estrés: La risa reduce los niveles de cortisol, la hormona que provoca estrés, contribuyendo a la relajación corporal y mental.
Fortalece el sistema inmunológico: Investigaciones han evidenciado que el reír fomenta la generación de anticuerpos y células del sistema inmunológico.
Disminuye el dolor: Reír libera endorfinas, las sustancias analgésicas naturales del organismo, disminuyendo así la percepción del dolor.
Optimiza la salud del corazón: Promueve la circulación y relaja los vasos sanguíneos, lo que tiene el potencial de disminuir la presión arterial.
Desde la perspectiva emocional: Reír nos vincula con el momento actual. Nos libera del círculo mental de la inquietud, la ansiedad o la fatiga. Nos permite observar las situaciones con perspectiva: al reír, se percibe como si el problema se redujera un poco y nosotros nos volvemos un poco más grandes.
Desde la perspectiva social: La risa establece vínculos. Derriba el hielo, consolida lazos y potencia la comunicación. Es un método universal para establecer conexiones con otros. Un grupo que se ríe en conjunto trabaja de manera más eficiente, tiene más confianza y coopera con menos conflictos.
Así que… ¿es verdaderamente infalible?: No lo sana completamente, pero contribuye en prácticamente todo. No erradica los problemas, pero nos proporciona una actitud más positiva para afrontarlos. No es magia, pero su efecto terapéutico es profundo. Por lo tanto, a pesar de que no siempre podamos alterar las situaciones, sí podemos seleccionar cómo las vivimos. Y si lo llevamos a cabo con alegría, el camino —a pesar de seguir siendo complicado— se torna mucho más humano y sencillo.