El lenguaje es una herramienta muy poderosa que en varias ocasiones cambia la forma de ver el mundo y aumenta la complejidad, como en el caso del lenguaje inclusivo.
Este tema empezó a reflexionarse en la década de los 70, principalmente en los Estados Unidos, guardando relación, en un comienzo, con las mujeres, quienes encuentran que, en los discursos «universales» al emplearse el masculino genérico para incluir a toda la población, tanto hombres como mujeres, de alguna forma dejaba de lado y disminuía el rol de la mujer con los términos que empleaban.
El discurso constituye una de las herramientas más persuasivas al ser capaz de moldear actitudes cuando está formulado y transmitido de manera apropiada, llegando incluso a tener la potencialidad de construir realidades e imaginarios sociales. De ahí la importancia que tienen nuestras palabras e indudablemente se justifica el uso de un lenguaje inclusivo que no invisibilice a nadie y que sea fiel a la realidad que se nos presenta.
Este tipo de lenguaje genérico hace referencia al uso dentro de la lengua castellana en la que no se identifica tanto al sexo masculino como al femenino, sino que es una forma de igualdad que busca generalizar sin minimizar a la preferencia de género del individuo; el lenguaje inclusivo por otro lado, está en busca de la disminución de estereotipos que se generan por medio de la interacción comunicativa.
La desigualdad se manifiesta por tanto en el uso del lenguaje, que, posee una magnitud mayor que a la que a priori se le cataloga, ya que se trata de un problema ideológico que involucra a la lingüística y a sistemas socio-políticos. En ocasiones ha omitido a más de la mitad de la población mundial, perpetuando así la Invisibilización de las mujeres, de la diversidad sexual y otros actores sociales.
Notas para el debate
El lenguaje inclusivo en los últimos años se ha profundizado en una nueva idea de un lenguaje innovador, y que se pueda emplear para referirse a la capacidad de expresión que tiene la humanidad. El desarrollo de las sociedades ha incrementado los diferentes tipos de expresiones hasta el presente siglo. Los movimientos feministas y LGBTI, son los que más han manifestado sus incomodidades al sentirse excluidas en lo que respecta al lenguaje.
El asunto se ubica en el entorno de las reglas gramaticales sobre las concordancias de género y sustantivo previamente establecidas por la Real Academia Española, y su posible cambio e implementación del morfema “e” o la utilización de la X o @ en ciertas palabras consideradas por la sociedad LGBTI como machistas y que se encuentran dentro del vocablo de la sociedad.
Es indispensable entender el concepto de concordancia, por lo tanto, para la RAE: la concordancia es aquella equidad que se genera entre los adjetivos, géneros, sustantivos, y personas entre un par de variables.
Es esencial recordar que la lengua es producto de la sociedad, Ferdinand de Saussure indica que, la lengua surge cuando es inevitable la forma de comunicación entre las personas, por lo tanto, esta es una de las bases del intercambio de palabras entre los seres humanos, además esta condición genera una característica para que la lengua continúe latente y apta para las modificaciones desde la necesidad social.
Las personas suelen confundir el concepto de género con lo gramatical o social, y lo asocian directamente con las características biológicas. Por ello, en una publicación de las Naciones Unidas sobre el lenguaje inclusivo de género (2020) alegan que, es necesario comprender que existen diversos tipos de géneros como los son: el género desde la construcción de las actividades de la sociedad, el género vinculado a la gramática, y el género que depende de las cualidades del ser humano.
Los géneros de los sustantivos usados para nombrar a los individuos, en algunos casos se pueden designar de igual forma para ambos géneros (femenino y masculino) siempre y cuando sea empleado en el contexto apropiado, sin la necesidad de afectar a la gramática (Real Academia Española, 2020).
Gran parte de la comunidad LGBTI y el feminismo consideran que el diccionario o la mayoría de palabras que se encuentran dentro del mismo, tienen contenido sexista y machista. Según la Real Academia Española (2020) el sexismo es la diferenciación o discriminación sobre los individuos por su elección de género, el sexismo es un elemento de la cultura desde tiempos antiguos, con el fin de la supremacía del género masculino en relación al género femenino en todos los ámbitos.
La lengua española amplió la utilización acerca del lenguaje inclusivo con el fin de referirse a las diversas planificaciones sobre el uso de la lengua y evitar el masculino genérico para así introducir mejores formas de expresarse en cuanto a la variedad de géneros
La utilización del lenguaje inclusivo surge ante la búsqueda de una mejor igualdad y disminución de discriminación, la cual se entiende como la desigualdad y todo tipo de comportamiento que las personas practican sobre aquellos individuos o grupos que están relacionados con características similares como el sexo, edad, etnia, entre otros; de los cuales producen cierto tipo de rechazo, marginación e incluso violación a los derechos de las personas.
Para algunos expertos cualquier buen conocedor de la lengua española, sabe que el español no excluye a nadie y encima es muy rico. Sin embargo, algunos se han empeñado en tildarlo de “machista”, cuando realmente no es así, y por ello se debe insistir en que las normas gramaticales no dejan indiferente a las mujeres en ningún caso.
La Polémica
La última polémica relacionada con este tema, la ha protagonizado la propia RAE, tras las palabras de de un importante personaje español, que en lugar de “Consejo de Ministros” han dicho “Consejo de Ministras”, poniendo de relieve un error gramatical que la propia institución lingüística ha confirmado diciendo que «si ese órgano de Gobierno estuviera constituido solo por mujeres, habría de denominarse ‘Consejo de Ministras’; pero esa fórmula no es gramaticalmente aceptable si en el Gobierno hay ministros varones». Parece pues que algunos necesitan inmediatamente un intensivo de español, porque en la escuela no les ha quedado claro.
Aunque no es la primera vez que se intenta abordar el lenguaje inclusivo, con la idea de cambiar también las reglas de la lengua española, ya que recordemos ocurre a menudo con él “todos y todas” que algunos utilizan, cuando según la RAE ese tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. Por lo tanto, estos ataques feministas al español son irreflexivos y un auténtico “arrebato” derivado de la ideología de género. El mismo pensamiento, que tantos personajes superfluos y onerosos ha generado para adoctrinar de diversas maneras a los ciudadanos.
Otras de las polémicas que generan opiniones encontradas se centran en el nombre de las profesiones. Una gran parte de lingüistas coinciden en que no hay trabas en nuestro idioma para denominar las profesiones y los cargos en femenino y que existen soluciones para los sesgos androcéntricos de la lengua, que ocultan la presencia femenina o la subordinan a la masculina.
Solo hacen falta dos cosas: que haya mujeres que desempeñen estos oficios o cargos, no es el ejemplo de las obispas, y que haya personas que quieran explícitamente expresar que las mujeres los desempeñamos. Si se dan las dos circunstancias, no habrá quien frene el uso del femenino.