La escultura es la que menos atención e interés ha suscitado entre todas las artes plásticas, sin embargo, creemos que encierra importantes áreas de conocimiento, muy útiles para la humanidad. A lo largo de la historia, la escultura ha quedado relegada a un segundo plano, pero paulatinamente ha ido tomando forma y cogiendo fuerza hasta lograr separarse de la arquitectura, donde se encontraba atada, para dar lugar a múltiples obras en las que la figura humana ha tenido gran protagonismo, y ha sido vehículo de diferentes argumentos escultóricos.
Podemos decir que la escultura es la manifestación artística más próxima a la vida real, ya no por su volumen y tamaño, sino por el emplazamiento público que ocupan algunas de ellas, pero éstas pasan desapercibidas puesto que no se tienen las nociones pertinentes para su correcta comprensión.
Una persona adulta que no dispone de una educación artística, muy difícilmente podrá sentir lo que una persona instruida. Por ello, es importante realizar un correcto proceso de formación que permita a los aprendices e interesados, de esta manifestación artística, la oportunidad de conocer y poder desarrollar ese sentido artístico que permite apreciar una obra de arte; De allí, que la escultura supone también para nuestros ojos un conveniente ejercicio de educación estética.
Lo más destacado de la escultura es que ocupa un lugar y un espacio sin fingir la tercera dimensión, y a su vez puede mostrar una composición natural del cuerpo. El naturalismo llevado a sus extremos produce, sin duda, la ilusión de un cuerpo que respira, un cuerpo con vida. Este factor naturalista involucra al espectador, generando en él sentimientos y sensaciones vívidas y duraderas.
El impacto visual que produce una escultura es fascinante, teniendo en cuenta que cada posición que adopta el espectador proporciona una perspectiva distinta y que el juego de luces y sombras concede una mayor emoción. Es importante llamar la atención de dos de sus formas fundamentales; la importancia que en ella adquiere la figura humana, como vehículo expresivo de los distintos contenidos, y el costoso trabajo técnico que conlleva la realización de las esculturas.
La escultura en el arte contemporáneo
La escultura es, junto a la pintura, una de las más antiguas expresiones de las artes plásticas; desde los más remotos estadios del desarrollo de la humanidad, ella ha constituido un testimonio del deseo y la voluntad de los seres humanos de plasmar en imágenes perdurables sus vivencias y anhelos, de representarse a sí mismos y a una parte importante del vasto mundo que los rodea
Esta expresión artística ha pasado por varias fases funcionales, en un principio era utilitaria, ornamental, religiosa, mitológica. En el renacimiento es el mayor símbolo de poder, respeto y conmemoración dentro del arte; a partir de esta época ha sido construida con normas establecidas como; la integración a la arquitectura, dispuesta en un pedestal o en una base universal y simbólica entendible para el espectador.
Teniendo claro lo que se definió como escultura, a partir del siglo XIX comienza a evolucionar el sentido de la misma. La nueva condición escultórica se ve obligada a explorar nuevos espacios, donde predomina la experimentación de materiales, buscando lo novedoso. Cada artista se identifica con esta manera de crear su obra artística, desde este punto la escultura contemporánea rompe con los esquemas estéticos y buscan la aceptación de críticos e historiadores.
A partir del siglo XIX, los medios de comunicación juegan un papel muy importante en la difusión del arte a nivel mundial. Los estilos se desarrollaban a un ritmo muy acelerado, ya sea yuxtaponiéndose, conviviendo o enfrentándose entre ellos. A finales del siglo XIX empieza a emplearse la palabra vanguardia artística para identificar a los artistas que promovían actividades consideradas como revoluciones artísticas con el objetivo de transformarlo, su característica principal es la libertad de expresión. Las primeras tendencias vanguardistas fueron el futurismo y el cubismo.
En este periodo, la escultura deja de imitar la realidad y empieza a valorar el vacío, jugar con la luz o el volumen en negativo, también empiezan a agregar movimiento a través de acciones mecánicas o agentes atmosféricos. Además, cabe destacar el uso de nuevos materiales como el hormigón, el acero, el hierro y los plásticos.
El arte escultórico experimenta la revolución más sustancial de su historia en el siglo XX, en paralelo y al tiempo, con los cambios experimentados en la pintura. Casi toda la escultura desde la antigüedad expresaba la figura humana y, en menor grado, la figura animal con fines estéticos y expresivos. Pues bien, en el siglo XX, al igual que había sucedido en pintura (son movimientos o fenómenos paralelos), la obra escultórica expresará algo totalmente diferente.
El desarrollo escultórico actual se centra en la abstracción y, dentro de ella, la escuela denominada Constructivismo busca la forma al margen de la masa, optando por un incremento de las superficies en el espacio, como si la obra se expandiera sobre sí misma encerrando espacios. Por esta razón, esos artistas prefieren estilos ahuecados antes que volúmenes cerrados.
En la escultura contemporánea, los artistas tienen la libertad de expresar su visión personal y adoptar estilos diversos. No hay restricciones rígidas en cuanto a las formas y técnicas utilizadas. Los escultores contemporáneos desarrollan un lenguaje visual propio y único, lo que resulta en una gran diversidad de estilos en la escultura contemporánea.
Algunos de los más importantes escultores de la historia del arte
Los escultores del mundo han dejado una marca indeleble en la historia del arte durante largos siglos. Sus obras trascienden las barreras del tiempo y la geografía, impulsando a muchas generaciones con su habilidad y creatividad.
Desde las magníficas obras clásicas hasta las vanguardistas expresiones contemporáneas, estos escultores del mundo han moldeado y esculpido nuestra percepción de la belleza y la forma a través de sus asombrosas obras maestras.
Miguel Ángel (1475 – 1564): Michelangelo Buonarroti fue un hombre del renacimiento: arquitecto, pintor y poeta, y sobresaliente en todos esos campos. Pero desde luego su pasión, su vocación, su obsesión era la escultura. Este escultor fue uno de los más grandes artistas de la historia del arte universal, y no sólo por sus esculturas, sino también por su asombrosa labor pictórica.
Donatello (1386 – 1466): fue uno de los pioneros del Renacimiento. Escultor moderno, (aunque podría pasar por uno de los clásicos de la antigüedad), su obra destaca por su asombrosa profundidad en un mínimo plano. Fue también el gran revolucionario del relieve, con su técnica en stiacciato, con una variación de milímetros entre figura y fondo con innumerables superposiciones.
Alberto Giacometti (1901 – 1966): Escultor y pintor suizo, Alberto Giacometti representó como nadie la soledad y el aislamiento del ser humano en el siglo XX. Sus típicas esculturas de una delgadez extrema son muy reconocibles y admiradas como una excelente vuelta al arte figurativo. Inició en el dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Ginebra y después se trasladó al París vanguardista, donde entró en contacto con los cubistas, y más tarde con el grupo surrealista, que lo acogió en los años 30.
Jeff Koons, escultor contemporáneo: Es conocido por sus obras icónicas y provocativas que exploran temas de la cultura popular y el consumismo. Nacido en Pennsylvania en 1955, Koons es hoy el artista vivo más cotizado del mundo, comenzó su carrera como corredor de bolsa antes de dedicarse por completo al arte. Su obra se caracteriza por el uso de materiales kitsch como el acero inoxidable, la cerámica y el plástico, combinados con objetos del mundo cotidiano. Su estilo es hiperrealista y busca impactar al espectador mediante la sofisticación técnica y la exageración de formas y colores.