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Los carnavales americanos como fiestas populares

Los carnavales americanos como fiestas populares

A lo largo de la historia la fiesta siempre ha acompañado a la humanidad, en tanto se pone de manifiesto el carácter festivo del ser humano, homo festus. Elementos como el poder de la risa y la alegría crean tiempo y espacio para la relajación y el desapego total de las exigencias de la vida cotidiana, permitiéndote dejar de lado el estrés diario y pasar al día siguiente. El carnaval es una festividad asociada al calendario cristiano, originalmente concebida como un período de libertinaje y desenfreno antes de la Cuaresma, un período de austeridad y moderación.

La expansión del cristianismo llevó estas festividades a muchas partes del planeta, donde se integraron con diversas tradiciones locales. Esto permite que los carnavales de todo el mundo adopten muchas formas diferentes, pero conserven un conjunto de elementos comunes como la inversión de roles, la victoria popular sobre el poder establecido, identidades ocultas y excesos.

Es difícil entender que el Carnaval, hijo prolífico de la cultura católica y mediterránea, haya adquirido en los últimos siglos una proyección e influencia tan significativa en el mundo. En particular, esta fiesta se ha reinventado y transformado de muchas maneras, con un éxito sorprendente y raíces en las culturas nativas americanas, mestizas y urbanas de toda América Latina y el Caribe, incluso en Canadá y EEUU.

La huella europea y la transferencia hacia América

Los orígenes del Carnaval siempre han sido un tema acalorado, con muchos historiadores e investigadores debatiendo si rastrearlo hasta tiempos lejanos en el Mediterráneo e insistiendo en que se debe enfatizar parte del trasfondo histórico del Carnaval. Ya en el año 1100 a. C., los griegos habían celebrado lo que algunos eruditos llaman un precedente del carnaval, y sostienen que estuvo marcado por una fiesta «pagana» (precristiana) muy antigua.

El carnaval a menudo se asocia con el desarrollo y mantenimiento del culto a Isis (madre egipcia y diosa de la fertilidad), incluidas las bacanales, la lupercalia y las saturnales romanas, todas las cuales estaban asociadas con festines, juergas y libertad extrema en las relaciones sexuales y físicas.

Esta festividad se introdujo y utilizó en Europa durante la Edad Media y es una construcción estética y cultural estrechamente asociada con el cristianismo. Estos carnavales cuentan con peleas de confeti, carrozas, carreras de caballos y paseos en jorobadas, así como muchos otros eventos populares a la luz de las velas. Algunos rastros de violencia en el ritual fueron eliminados gradualmente, y la parte llamada «libertinaje» fue reemplazada por una sensación de horror y tristeza.

El Renacimiento vio el nacimiento de la mascarada, introducida por el Papa Pablo H en el siglo XVI, y Francia e Italia albergaron las mascaradas más famosas. En el siglo XIX las celebraciones del carnaval comenzaron a adquirir un toque artístico con bailes y carrozas.

La palabra «carnaval» varía de un lugar a otro. Por ejemplo, la palabra francesa para «carnaval» es Mardi-Gras. Esta es una introducción a los rigores de la Cuaresma, un período de tres días de abstinencia y «locura», especialmente en los países tradicionalmente católicos. La palabra carnaval deriva del latín carnelevare, luego transformado en carne vale, que significa «no comer carne», «dejar la carne», y se refiere al período ritual de abstinencia y rigor físico que representa la Cuaresma, que comienza al día siguiente de la finalización del carnaval, el miércoles de ceniza.

Cuando el Carnaval «saltó» a la América colonial del siglo XVI, se volvió relevante y objeto de muchos desafíos a una comprensión antropológica americanista. Esta etapa de mayor o menor formalización, pero sobre todo de su posterior transformación y extensión por todo el continente americano, estuvo marcada por intentos de las autoridades eclesiásticas y civiles de controlar y «purificar» la fiesta dentro de un marco colonial, para luego, a su debido tiempo, se produjeron una serie de prohibiciones y abusos.

En la versión de la «cultura de conquista» proyectada por España en América, se utilizaron prácticas de instrucción y supervisión para evitar que elementos de la cultura ibérica y la religión popular se extendieran a los territorios recién colonizados y así desarrollar un calendario de fiestas católicas para el Nuevo Mundo, evitando días festivos y celebraciones que pudieran diferir de la ortodoxia religiosa y social de la época.

Es importante hacer referencia a la injerencia de la Iglesia católica y de los gobiernos virreinales en las fiestas populares del ciclo religioso anual. Para estas instituciones, las fiestas religiosas populares son celebraciones alegres que rompen el ritmo monótono del día y permiten salir de las normas habituales de comportamiento y liberar deseos normalmente reprimidos que deben satisfacerse con la fuerza y ​​la perseverancia: todo lo que no fuese recogimiento y gravedad debía desaparecer de estas fiestas.

Las autoridades civiles se ensañaron especialmente contra dos celebraciones religiosas que poseían una honda significación para los habitantes de las poblaciones de la América Colonial: el Carnaval y el Día de los Muertos. Estas dos fiestas, cada una a su manera, provocaban una inversión del orden natural y social.

Los elementos de inversión eran numerosos: los indios, negros, mulatos y otros sectores populares durante el carnaval invadían y controlaban la traza urbana, espacio que en teoría era habitado y dominado exclusivamente por los españoles y criollos; las pautas de conducta moral eran trastocadas; los roles sexuales se volvían intercambiables; y el uso de las máscaras, al ocultar la personalidad social de los participantes, acentuaba su «individualidad» en una época en que los seres humanos se definían no tanto por sus características psicológicas y morales, sino por su ubicación dentro de la jerarquía social, del mundo del trabajo, del linaje familiar y de la red de intercambios recíprocos o desiguales.

El carnaval como fiesta universal

También existe un enfoque transcultural del carnaval, que supone, directa o implícitamente, que esta celebración existe y es válida en todas las sociedades del mundo, y que también estará presente en las diferentes culturas, aportando, en el fondo, el mismo significado. En otras palabras, sería una perspectiva ahistórica que enfatiza la universalidad de las categorías que operan en el carnaval.

Desde esta asunción generalizada, más que corriente discreta, el carnaval existiría en todas las culturas, aunque éstas se empeñen en nombrarle de distinta manera y en otorgarle otro sentido y significación, un significado y simbolismo igual para todos los lados, que puede resumirse en el culto a «los espíritus vegetales».

Mascaradas del Carnaval

Como contrapeso a este modo de abordar la fiesta, sabemos que no existían carnavales en África, aun cuando las aportaciones de las culturas africanas han sido determinantes en la conformación de muchos carnavales actuales de América Latina y el Caribe, y sólo ahora existe en Cabo Verde (antigua colonia portuguesa), y Reunión (antigua colonia francesa, y de mayoría católica).

A pesar de algunos intentos de «ver» en festivales y celebraciones religiosas hindúes ejemplos de carnavales e incluso el origen primigenio del carnaval, todo parece indicar que no existieron ni existen carnavales en el continente asiático. Junto a ése, la mirada de islas de Oceanía, tampoco, salvo alguna muestra en territorios anglosajones de Australia y Nueva Zelanda parecen desplegar carnavales, aunque en ambos abunden las máscaras que participan en danzas y representaciones dramáticas «populares» de toda índole.

Otra perspectiva, que rehúsa ese tratamiento transcultural de la fiesta, pone la atención ante todo en la raíz local, la forma particularizada en que arraigan las categorías carnavalescas. Desde este enfoque histórico, si se quiere particularista, es preciso hacer un uso exhaustivo de la historia local y las investigaciones micro sociológicas en dicho contexto cultural, para así poder diferenciar niveles de interpretación y de lectura simbólica (histórica, conmemorativa, litúrgica) de un ritual de esta complejidad. Las diferencias regionales o locales en las formas de encarnar el significado central de la práctica carnavalesca cuentan más aquí que su supuesta universalidad.

Carnavales urbanos en América

Sambódromo Rio de Janeiro

En Brasil: Estamos seguros que el Carnaval de Río de Janeiro es el más famoso, más grande y popular del mundo. Las escuelas de samba son asociaciones que representan a la comunidad y desfilan durante todo el año en el Sambódromo, que atrae a unas 70.000 personas cada año. Cada equipo de unas 5.000 personas dispone de 80 minutos para recorrer el Sambódromo, un enorme estadio diseñado por el famoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer. Cada escuela cuenta con bailarines, animadores, coreógrafos, compositores y músicos, conformado hasta por 5.000 miembros, y está acompañada por ocho carrozas.

En Brasil también se destaca el Carnaval de Bahía de Salvador, donde unas 234 organizaciones, a partir del 19 de febrero, pasan por la llamada Ciudad del Carnaval, que abarca una superficie de 25 kilómetros cuadrados. Dispone de todo tipo de infraestructuras para hacer frente al desfile carnavalesco. El carnaval de Olinda, Pernambuco, es menos concurrido pero impresionante y uno de los carnavales más auténticos y espontáneos del país.

Batalla de flores, desfile principal

En Colombia: La fiesta más atractiva es la de Barranquilla. Documentos históricos muestran que ya en el siglo XVIII existía un carnaval conocido como Carnaval, no sólo en las ciudades de Cartagena y la ciudad de Mompox, sino también en ciudades como Magangué y otros lugares de los llanos a lo largo del río Magdalena y celebrar el Día de la Carne.

El Carnaval de Blancos y Negros en San Juan de Pasto es un carnaval andino con profundas raíces indígenas que fue prohibido en el siglo XIX debido a levantamientos indígenas. Ha sido declarado «patrimonio nacional» por el Congreso de la República.

Desfile del Carnaval de Veracruz

En México: Destaca entre otros el Carnaval de Veracruz, que es considerado como el más importante de México. Se celebra durante cuatro días en los que las comparsas y las carrozas alegóricas recorren los 7 kilómetros de la avenida principal.

El Carnaval de Veracruz es celebrado desde 1866, tiempos de la Colonia, cuando el país soportaba la imposición del Imperio de Maximiliano. El Carnaval de Veracruz es celebrado desde 1866, tiempos de la Colonia, cuando el país soportaba la imposición del Imperio de Maximiliano.

Durante los festejos se organizan grandes bailes y fiestas de máscaras, y se interpreta el danzón tradicional del folclore de Veracruz. Su música a partir de arpas, marimbas y guitarras inunda toda la festividad al igual que la salsa y la samba siendo la primera la más popular del lugar.

Carnaval de Quebec Parade

En Canadá: Carnaval de invierno: Del 26 de enero al 1 de febrero. Durante esta semana se celebra el carnaval en Canadá. Las calles de varias ciudades son decoradas con esculturas de hielo, pasacalles y coloridas luces; durante estos días, además, las calles se llenan de gente que disfruta de los desfiles.

En los carnavales de Canadá, las plumas y los pequeños atuendos (típicos de otros carnavales) son sustituidos por grandes abrigos y bufandas. De los carnavales de Canadá el más famoso es el de Quebec, donde año tras años se monta un espectacular castillo de hielo en el centro de la ciudad que por las noches se ilumina y sirve de morada a un muñeco de nieve llamado Bonhomme y es considerado el rey del carnaval.

Desfile principal, carnaval de aruba

En Aruba: El carnaval se originó en 1954 como una serie de pequeños festivales callejeros. El Tivoli Club es el club social privado más antiguo de Aruba y fue el primero en organizar una celebración previa a Halloween en Oranjestad en febrero de 1944. Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aliadas celebraron su victoria con un gran desfile militar en San Nicolás, integrado en su mayoría por inmigrantes británicos de origen caribeño que habían llegado a Aruba para trabajar en la refinería de petróleo de Lago. Unos años más tarde debutaron las primeras bandas de música y se empezaron a realizar desfiles en diversas localidades.

Es una celebración llena de energía que dura un mes, con procesiones, competencias musicales, fiestas en las calles y espectaculares desfiles que deleitan y unen a todo el país. Todo el año, los pobladores esperan la llegada de la marcha oficial y los ritmos calipso, los palpitantes camiones de música, los disfraces brillantes, las magníficas carrozas, la coronación de la reina del carnaval y la frenética agitación de caderas.

Carnaval uruguayo

En Uruguay:  El Carnaval uruguayo presume de ser el carnaval de mayor duración del mundo y de ello no hay dudas. El Carnaval se llena de diversión cada año durante más de 45 días en las principales calles de las ciudades uruguayas. Muchos grupos demuestran su ingenio ante miles de espectadores nacionales y extranjeros.

Uno de los momentos más esperados del Carnaval es el Desfile de Llamadas de Montevideo (4 y 5 de febrero), que se desarrolla en Barrios Sur y Palermo. Recuerda al encuentro de esclavos negros que se reunían fuera de la ciudad en los siglos XVIII y XIX. El público será sacudido por el poder y los colores del Candombe, que ofrece un diálogo entre tres tambores: Chico, Repique y Plano. Más de 2.000 tambores suenan simultáneamente.

En esta fiesta no faltan tampoco los espectáculos de murgas, parodias, humoristas, revistas y comparsas que se desarrollan tanto en los tablados de los barrios de Montevideo, como en el Teatro de Verano donde se celebra el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas.

Carnaval Panama Las Tablas

En Panamá:  Los Carnavales de Panamá, también denominados fiestas del rey Momo, y se celebran durante cuatro días consecutivos, anteriores al miércoles de ceniza. De todos ellos destaca el Carnaval de las Tablas en el que es característica la rivalidad antiquísima de dos comparsas, la de Calle Arriba y la de Calle Abajo, se enfrentan durante los cuatro días en una dura «batalla», que tiene su más singular expresión en las «puyas», sonadas críticas que se lanzan una a otra.

El carnaval de Panamá data de la época colonial, en las que las personas se disfrazaban de personajes españoles característicos de la conquista (reyes, soldados, indios, esclavos) mientras recreaban batallas. El carnaval según relata la historia se oficializó en 1910, mediante decreto.

Al pasar las épocas se fueron disipando algunas tradiciones para dar inicio a otras, haciendo un entretejido de elementos fundamentales como: murga, tamborito, la música, tonadas, carrozas, agua, culecos, vestidos, comida, zambas, reggae entre otros, que desde el principio forman parte de una expresión sonante de las fiestas del carnaval que se mantienen viva en la actualidad.

Ururo, Bolivia

En Bolivia:  Todos los años, durante seis días, este carnaval da lugar al despliegue de toda una gama de artes populares en forma de máscaras, tejidos y bordados. Más de 28 mil bailarines y 10 mil músicos participan de este desfile. En 2008, el Carnaval de Oruro en Bolivia fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

La historia de este Carnaval se remonta a la época precolombina, cuando el pueblo indígena Uru realizaba importantes ceremonias en Oruro, ciudad que fue refundada posteriormente por los españoles, pero siguió siendo un lugar sagrado para el pueblo indígena, quienes continuaron celebrando varias ceremonias en ese lugar.

Carnaval en Cuzco – Perú

En Perú: El carnaval es el reencuentro con las raíces y con la comunidad. Suele celebrarse en el mes de febrero y es un buen pretexto para que los peruanos puedan agradecer por el bien común y los favores concedidos, así como motivo para exhibir al mundo lo mejor del arte de cada región. Esta celebración es única en cada lugar y alterna procesiones, ferias, pasacalles y gastronomía de lujo, como una muestra del patrimonio vivo de la cultura peruana. Es el resultado de siglos de mestizaje entre costumbres hispánicas e indígenas.

Uno de sus carnavales más representativos es el de Cuzco.  La Ciudad Imperial también se llena de fiesta y alegría durante los primeros meses de cada año con su carnaval que combina tradición, cultura y gastronomía. Celebrada desde la época colonial, las calles del centro histórico y la Plaza de Armas se llenan de visitantes nacionales y extranjeros para festejar con agua, espuma, harina y pintura al ritmo de música folclórica ejecutada por diversas bandas y orquestas.

Carnaval en Santo Domingo, R. D.

En República Dominicana: El Carnaval dominicano es la fiesta más importante del país y la fiesta más importante que reconoce la cultura popular con sentido de libertad e identidad. Las marchas comienzan en febrero en diferentes ciudades del país y finalizan en Santo Domingo, donde participan todos los representantes de cada ciudad.

De esta manera, cada domingo de febrero, todo el pueblo se entremezcla en las calles, ya sea en sus localidades o yendo a pueblos cercanos para, con atrevimiento y portando máscaras, disfraces, vestidos coloridos y mucha alegría, disfrutar de los desfiles.

El gran desfile del carnaval dominicano se celebra en la capital, en Santo Domingo, generalmente el último domingo de febrero, tomando la avenida George Washington en el malecón, aunque el punto principal de la mayoría de los eventos, de la algarabía, color y explosión de música y sabor, es el parque Enriquillo.

Mardi Gras en New orleans

En EEUU: El Carnaval Americano es una celebración que está ganando popularidad tanto entre los residentes como entre los visitantes. Tiene una larga tradición en Estados Unidos y, como en otros lugares, esta festividad también se celebra antes del inicio de la Cuaresma. Más concretamente, esta festividad se celebra con gran entusiasmo en diversas ciudades de Estados Unidos, siendo Nueva Orleans el centro de la alegría.

El Carnaval de EEUU, también conocido como Mardi Gras, consiste en una celebración que se convierte en una experiencia única. No sólo es un desfile, es una combinación de música, disfraces, bailes, y mucho más. A pesar de que esta festividad tiene su origen en Europa, con el paso del tiempo ha conseguido convertirse en un icono de Estados Unidos y de las ciudades donde se celebra.

Fuente principal.

Juan Antonio Flores Matos, Un continente de Carnaval, Etnografía crítica de Carnavales Americanos, Universidad de castilla-La mancha, España

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