El conflicto israelí-Palestino, es considerado como una lucha prolongada, asimétrica, híbrida e irresoluble, que tiene tanto implicaciones locales (extendiéndose en ocasiones a múltiples territorios de forma simultánea e incluso generando guerras civiles) como internacionales, muchos de ellos incrustados en dinámicas globales con décadas de antigüedad.
Esta disidencia, tiene sus orígenes desde la llegada de los primeros colonos israelíes en el siglo XIX al territorio palestino de ahí en adelante las tensiones entre estos dos actores han perdurado hasta la fecha. Es preciso aclarar que las tensiones entre estos dos Estados tienen sus orígenes desde la creación del movimiento, que luego se convirtió en una fuerza política, del sionismo el cual transmite el mensaje del retorno del pueblo elegido a la tierra prometida.
Sin embargo, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, las migraciones de judíos del mundo, principalmente de Europa, llegaron a tierras palestinas creando asentamientos ilegales en los territorios de la Palestina histórica. En ese entonces el territorio estaba bajo la administración de la potencia colonial de Gran Bretaña (1917-1948) la cual no pudo mantener las tensiones bajo control, cediéndole la administración del territorio a las Naciones Unidas.
Tras intentos fallidos de negociaciones con ambas partes las tensiones llegaron a elevados niveles causando grandes enfrentamientos entre el Estado de Israel y el Estado de Palestina. Durante la historia del conflicto dos grandes enfrentamientos (la Intifada de 1987 y la Intifada del 2000) han dejado miles de víctimas que obligaron a la reconfiguración de las políticas de ambos Estados.
De igual modo, las distintas conversaciones de paz entre los dos Estados han estado marcadas por una serie de fracasos debido a la falta de garantías de los procesos que terminan por dilatar soluciones claras al conflicto causando el estallido de enfrentamientos. De nuevo, tras una serie de conversaciones de paz fallidas, las tensiones entre los palestinos y los israelíes han aumentado tanto que, han ocasionado el estallido de una tercera Intifada.
Luego del ingreso de Palestina a Naciones Unidas el 29 de noviembre de 2012 y el progresivo apoyo hacia la causa de los palestinos por parte de la comunidad internacional con las votaciones en la Asamblea General: el rechazo de la colonización por parte del Estado israelí en tierras ocupadas, la construcción de un muro en el territorio ocupado y los constantes ataques a la población civil palestina, parecía ser el comienzo del fin de estos actos violentos, sin embargo, las tensiones se incrementaron al punto de identificar un número de causas que generan el estallido en una tercera Intifada en este 2023.
Algunos antecedentes
El conflicto entre los Estados de Israel y Palestina tiene varias décadas de antecedentes, pero no fue sino hasta después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial cuando el conflicto se intensificó a causa del nacimiento del Estado de Israel. Debido a esto, las tensiones entre el Estado de Israel y el Estado de Palestina no han cesado en ningún momento.
Las constantes y fracasadas negociaciones de paz han debilitado en varias oportunidades las vías diplomáticas para la resolución de este conflicto. No obstante, el reconocimiento de Palestina como Estado observador es un hito que marca un nuevo comienzo, o por lo menos se considerara, en las relaciones entre estos dos actores. Pese a los logros diplomáticos alcanzados por el Estado palestino, éstos son reducidos por la nueva ola de violencia que se inicia con el retorno del conflicto.
El reconocimiento de Palestina supuso un nuevo marco en las relaciones con Israel. A pesar de ello, parece que el conflicto se intensificó producto de los actos violentos que ocurrieron en octubre de 2015. En el panorama de las Relaciones Internacionales se abre la posibilidad de investigar las motivaciones de los actores oprimidos, el rol de la Comunidad Internacional y la efectividad que esto pueda representar en la resolución de los diferentes conflictos étnicos, religiosos o territoriales, así como en el recrudecimiento de los mismos.
Si bien entre los Estados palestino e israelí se habían venido acrecentado las tensiones conforme ha avanzado el tiempo, se pueden destacar dos grandes enfrentamientos violentos entre éstos dos actores. El primer enfrentamiento se originó en 1987, conocido como La Primera Intifada -levantamiento- o la Guerra de las Piedras y el segundo enfrentamiento tuvo lugar en el año 2000 conocido como la Intifada de Al-Aqsa.
El apoyo que mostraron los países que votaron a favor del reconocimiento hacia la Palestina ocupada se quedó en un estatus simbólico del logro de formar parte de la organización encargada del mantenimiento de la paz mundial. Luego del 29 de noviembre de 2012, Israel continuó con sus políticas de ocupación, la construcción del muro, el cual nunca se detuvo, pese a que se declaró su ilegalidad por la Corte Internacional de Justicia y los ataques a la población civil se intensificaron como respuesta a las iniciativas palestinas.
Luego del ingreso a la ONU y el gran apoyo que el Estado palestino alcanzó después de décadas de lucha diplomática, parecía ser la apertura para establecer relaciones equitativas entre palestinos e israelíes; aun así, las olas de violencia denotaron pocos cambios significativos más allá de la figura simbólica que representó la victoria de la causa palestina. Por el contrario, se observa un nuevo ciclo de enfrentamientos entre estos dos actores que ha resultado en una nueva Intifada.
Ámbito del conflicto
Las relaciones entre los Estados de Israel y Palestina no se pueden entender de forma aislada del ámbito político. La cultura, religión, cosmovisión, incluso la historia de cada uno, a pesar de la cercanía geográfica, son profundamente distintas, lo que hace que la situación adquiera matices de una complejidad mayor a la hora de entablar relaciones bilaterales: “La comunicación entre ellas no puede darse en el ámbito de la cultura – pues sus códigos son inconmensurables – sino en el ámbito de la Realpolitik dictada por el poder colonial”.
Tras la aceptación y el nacimiento del Estado de Israel, las tensiones en Oriente Medio por su supervivencia han sido constantes. Destacan innegablemente, prácticas y acciones que le ha permitido permanecer vigente en el Sistema Internacional y que constituyen claras violaciones de derechos humanos, especialmente en el marco del Derecho Internacional Humanitario; esto, sin desconocer los atentados y ataques cometidos por grupos radicales palestinos.
Estos hechos a lo largo del tiempo no sólo han despertado inconformidades y rechazos de otros Estados, sino que han desencadenado en actos y ciclos de violencia entre israelíes y palestinos que han proporcionado un número significativo de víctimas. Sin embargo, a Israel parece importarle poco el desprecio político que han manifestado distintos países en defensa del territorio palestino: “Debemos utilizar el terror, el asesinato, la intimidación, la confiscación y el corte de todos los servicios sociales para deshacernos de la población palestina” (David Ben-Gurión, 1948). Hoy, lamentablemente, se repite esta condena.
Pese a los constantes hostigamientos y ataques que han golpeado a ambos actores, es claro que Israel tiene una mayor capacidad de ataque y respuesta que el Estado palestino, por lo que la política interna de Palestina está guiada a las conversaciones y diálogos de paz con Israel, lo que genera que su política exterior tenga una tendencia conciliadora. Sin embargo, los diferentes fracasos diplomáticos aferran cada vez más a los palestinos al concepto de la autodeterminación de los pueblos, que los impulsa a sostener la resistencia armada por más que el equilibro de poder no juegue en su favor.
Los hechos acontecidos en lo que va corrido del año 2023, como consecuencia de este conflicto, han sido los más mortiferos desde 2005.
Resumen histórico
Fuente principal:
Daniel Abisambra Ortiz, PALESTINA: CAUSAS PARA UNA TERCERA INTIFADA, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá D.C. 2016