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La Paradoja como figura retórica

La Paradoja como figura retórica

La paradoja, del latín paradoxus (que, a su vez, tiene su origen en la lengua griega), es una figura retórica que consiste en la utilización de expresiones que envuelven una contradicción. Esto quiere decir que, más allá de las condiciones contradictorias, los factores presentados resultan válidos, reales o verosímiles.

Es importante establecer que existen muchos tipos de paradojas. Así, en concreto, se determinan dos grandes grupos para poder llevar a cabo la clasificación de las mismas. De esta manera, por un lado están las paradojas en función de su veracidad y por otro las que se ordenan en base al área de conocimiento en el que se utilizan o desarrollan.

En el primer gran grupo, nos encontramos con cuatro tipos fundamentales de paradojas:

  1. Antinomias. Son aquellas que dan lugar a un resultado que se contradice a sí mismo.
  2. Condicionales. Este término es el que se emplea para poder definir a todas aquellas paradojas que se usan para dejar patente determinadas suposiciones.
  3. De definición. Tienen la particularidad de que son aquellas paradojas que tienen como pilar fundamental una definición que no es nada clara, todo lo contrario, es completamente ambigua.
  4. Verídicas. Bajo dicha denominación se encuentran las paradojas que parece que dan lugar a un resultado que es absurdo, pero se puede demostrar de manera sencilla que son veraces.

En el segundo gran grupo, en el que se sustenta la clasificación en base a lo que son las áreas de conocimiento en las que se emplean, tenemos que destacar la existencia de los siguientes tipos de paradojas:

  1. Economía. Muchas y variadas son las paradojas que hay en este ámbito: del valor, del ahorro, de Gibson, de Parrondo…
  2. Matemática. Dentro de esta mencionada clasificación tendríamos que subrayar la existencia de otra subagrupación: de lógica, de infinito, de probabilidad…
  3. Física. Entre las más conocidas están la de Bell, la de Young o la de los gemelos.

Las paradojas también son ideas opuestas a la opinión y al sentir habitual de las personas. Las aserciones absurdas que se presentan con apariencias de verdaderas pueden recibir la denominación de paradoja. Algunas situaciones de la vida resultan paradójicas ante lo absurdo o injusto: “Qué paradoja: trabajó toda la vida para comprarse una casa y, un día después de mudarse, falleció de un paro cardíaco”, “Resulta paradójico que los simpatizantes respalden a un entrenador que ha perdido diez partidos consecutivos”.

Una paradoja muy popular es la frase “Esta oración es falsa”. Si la oración es realmente falsa, el enunciado en sí resulta verdadero (ya que la oración es falsa). En cambio, si la falsedad enunciada es real, la oración nunca puede ser falsa.

Como se advierte, En la literatura o en la poesía encontramos numerosos ejemplos de paradojas que pretenden expresar ideas aparentemente contrarias pero que, en el fondo, ofrecen y llevan consigo una gran fuerza expresiva.

Algo similar ocurre con la expresión “Yo siempre miento”. Si la persona en cuestión dice algo, lo lógico sería que sea mentira (porque siempre miente). Pero la misma frase se está auto-negando (si siempre digo mentiras, cuando aseguro que miento, estoy mintiendo: por lo tanto, ¿digo la verdad?).

Ejemplos de paradojas:

1. Ella se levantó, se bañó, se peinó, vistió una inmaculada blusa blanca, bien planchada, una fina corbata de seda negra, una falda cuidadosamente tableada, albas medias y brillantes zapatos negros de charol. Así es su complicada sencillez.

2. Y cuando sonó el despertador, su día empezó como de costumbre: Un cerdo chillando alegremente mientras lo degüella el carnicero, Un pájaro neurótico cantando un tango empedernido, un gato filósofo reflexionando sobre la trascendencia de los perros que ladran en el patio, y ahí, frente al espejo, una imperceptible cana entre su negra cabellera, gritando a los cuatro vientos que la vejez se empeña en desterrar su juventud.

3. Recuerdo su cálido abrazo, sus cálidas manos, su cálida despedida para no vernos más. Y cuando la encontré, su cálida mirada me congeló.

4. No mi amigo. He leído muchísimos libros, andado por muchos lugares, y visitado muchas escuelas. Pero no son sabios. Soy si acaso, un ignorante muy cultivado, pero no un sabio.

5. Diego es un joven de la ciudad. Una vez lo invitaron al campo, el camino fue muy alegre, la música dentro del auto iba alegrando el viaje y el paisaje era hermoso. Pero una vez que llegaron y estando en medio de la nada bajaron del vehículo, su cara reflejó angustia: El absoluto silencio del campo era aturdidor.

6. -¡Hola Roberto! –Juan, ¿Cómo sabes que soy yo, si vengo disfrazado? –Para mí, con ese disfraz de zanahoria estás desnudo. Te conozco. No vienes disfrazado, hoy te quitaste el disfraz que usas todos los días.

7. Tengo todo: El auto más caro, la ropa del mejor diseñador, paseo con la mujer más hermosa… sin embargo mi vida es vacía: tengo que trabajar en algo que no me gusta, escuchar a una mujer borracha de vanidad, rodeado de gente que sólo me rodea para ver qué provecho saca de mí; ahogándome en un disfraz que no me puedo quitar en todo el día. Tengo todo y no tengo nada.

8. Así son las filas: Mientras más cerca estás de la ventanilla, más despacio avanza.

9. Señor ingeniero, no se preocupe. Hay veintisiete formas de hacer este trabajo y sólo una conduce a un resultado desastroso. Ya han descartado 26.

10. Señor gerente, la empresa está trabajando perfectamente bien, tanto, que tengo la impresión de que algo está mal.

11. Así es mi vida. Cuando al fin tengo lo que quería, sale algo mejor.

Fuente:

Modulo de lenguaje, educación media, Institución Educativa Federico Ángel, 2017, Caldas-Antioquia, Colombia

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