Buscar
Síguenos
Buscar
Síguenos
La sequía, fenómeno natural que afecta a la humanidad

La sequía, fenómeno natural que afecta a la humanidad

La sequía es un fenómeno meteorológico que se produce de manera natural cuando las lluvias son inferiores a los niveles normales registrados y que por lo tanto causan un agudo desequilibrio hídrico, perjudicando los sistemas de producción del suelo y la vegetación, alterando los procesos ecológicos e hidrológicos que se desarrollan dentro del sistema.

En este sentido, es fundamental diferenciar con claridad los términos de sequía y aridez. La aridez alude a condiciones permanentes y habituales de escasez de agua; es, pues, un rasgo caracterizador de ciertos climas. La sequía, por el contrario, alude a una anomalía pluviométrica negativa, a un déficit hídrico coyuntural y anómalo, de forma que puede originarse en cualquier tipo de climas, incluso en aquellos caracterizados por su abundante precipitación.

Se considera uno de los riesgos climáticos más importantes por los daños que produce, causando impactos socioeconómicos y ambientales que afectan a todos los sectores de la sociedad.  El agua se puede visualizar y analizar desde muchísimas perspectivas: este recurso es vida, cultura, economía, religión, salud, desarrollo, tecnología, distribución, gestión, uso, conflicto, riqueza, belleza, seguridad y muchas cosas más.

Toda esta variedad en torno al concepto de escasez de agua complica extremadamente su estudio al mismo tiempo que lo hace más interesante y atractivo. Al ser un tema transversal y multidisciplinar, se puede referenciar desde distintos ámbitos de estudio tales como la geografía, la política, la economía, la agricultura, la gestión, el medio ambiente, la ingeniería, entre otros.

A escala global, se plantea el agua dulce como un bien no escaso en el mejor sentido. Sin embargo, la disponibilidad de los recursos hídricos no es la misma en los diferentes continentes, ni tampoco existe una relación entre la población y el acceso al agua dulce, así como tampoco entre el desarrollo humano y la extracción de agua.

Además, en cada continente existen disparidades de situaciones entre regiones, algunas de las cuales se encuentran en estados extremos de desarrollo. De hecho, se pueden detectar grandes diferencias entre ciudades, pueblos y comunidades de una misma región.

De todo ello se desprende que la escasez de agua dulce puede generar conflictos tanto entre países como dentro de un mismo estado o región. Algunos líderes mundiales ya han anunciado que el acceso a este recurso será una de las principales fuentes de conflicto en el mundo. De hecho, ya desde hace mucho tiempo es motivo de disputa entre algunas naciones.

La sensibilidad sobre la escasez de agua ha sido motivo de muchos escritos de científicos reconocidos procedentes, tanto de una formación tecnológica, como humanista en los que revindican una mayor visión sostenibilista sobre este recurso limitado que es el agua dulce.

Rio totalmente seco

El asunto ambiental en torno a la sequia

Las evidencias de que la humanidad enfrenta un cambio climático son cada vez más claras, en la medida en que ellas se van presentando ante nuestros sentidos. La presencia de los 7.700 millones de personas que pueblan en la actualidad el planeta (Naciones Unidas 2019), consumiendo diariamente 90 millones de barriles de petróleo, 11,5 km3 de agua dulce y 6,8 millones de m3 de madera, está llevando a la biosfera a una situación crítica, cuya huella ya no parece borrarse por sí sola.

Los océanos se han ido llenando de basura, las aguas continentales agotando y degradando en su calidad, y la atmosfera absorbiendo las casi 1.000 toneladas por segundo de gases de efecto invernadero (GEI), lo que está provocando un calentamiento en torno de los 0,2°C cada 10 años. Junto con esto, los bosques del mundo, que son los grandes reguladores del clima, se siguen extinguiendo en las regiones tropicales, bajo la sierra y el fuego, a razón de 24 ha por minuto (13 millones de hectáreas por año).

Sequía en la China

Los déficits hídricos prolongados suelen llevar aparejadas ciertas formas de degradación del medio ambiente, especialmente en aquellos lugares de intensa ocupación humana. Tal ocupación se caracteriza normalmente por dos hechos igualmente nefastos para la vivencia de una sequía: la emisión constante de productos agresivos para el medio, y la reducción de la variedad de los ecosistemas que lo componen, perdiendo éstos capacidad de respuesta ante situaciones de stress.

Cuando se producen estas manifestaciones, y éste es el caso de las sequías prolongadas, la degradación ambiental no se hace esperar. Entre sus manifestaciones más frecuentes e importantes destacan: el aumento de la contaminación de los ríos y cauces de agua -ahora, con menor capacidad para arrastrar los vertidos contaminantes, la erosión de los suelos desagregados y sin la protección de una abundante cobertura vegetal y la contaminación del aire propiciada por la ausencia de precipitaciones y el predominio de situaciones de estabilidad atmosférica

Factores de riesgo al margen del factor ambiental

Dejando de lado las alarmistas hipótesis del cambio climático, lo que si queda enteramente dilucidado es la relación directa entre actividad humana y catástrofe natural, sequía, hecho obvio si se observa el espectacular incremento del número de habitantes y la expansión del regadío y actividad turística residencial, lo que se traduce a su vez en un incremento del factor

La sequía es un evento que se ha producido desde siempre y seguirá produciéndose, sin embargo, el desarrollo socioeconómico actual convierte a este fenómeno en un posible agente catastrófico de mayor envergadura social y mediática que antaño. La sequía ha pasado de ser un riesgo natural a un riesgo inducido, siendo la acción antrópica, con el desmesurado aumento de la demanda de agua en una zona de manifiesta aridez, la que genera este fenómeno.

Además, este riesgo inducido de sequía cobra un mayor sentido debido al crecimiento de la capacidad de actuación del hombre respecto al medio y la implantación de actividades diversas en lugares que, anteriormente, habían sido evitados.

Al unirse el afán de rentabilidad con la confianza casi absoluta en la técnica, se ocupa el territorio incluso cuando se conocen de forma fehaciente las dificultades que puede plantear. La permanente expansión de la ocupación humana y su acompañamiento de instalaciones materiales ha ampliado y amplia continuamente los espacios de riesgo.

Al mismo tiempo, el actual modelo de crecimiento, cuya eficacia real pone en cuestión el riesgo de sequía con harta frecuencia, ha generado simultáneamente un aumento de la sensibilidad ante el posible desastre. Esta sensibilidad se ve acrecentada por las continuas referencias que se realizan en los diarios de prensa y otros medios de comunicación sobre el debate del agua y la problemática que existe en su gestión cuando las precipitaciones son escasas o nulas.

La constante interacción entre el hombre y la naturaleza se realiza dentro de unos límites muy variables. Sin sobrepasar el umbral de sequía, mecanismos técnicos y sociales permiten cierta acomodación sobre el territorio, paliando, en mayor o menor grado, los efectos de la escasez hídrica. Sin embargo, si el umbral se sobrepasa, las formas de adaptación quedarán insuficientes, derivándose de ello efectos socioeconómicos y conflictos políticos como los originados del actual período de sequía.

En efecto, la sequía puede ser capaz de incorporar una gran agresividad respecto a los habitantes de un territorio, pero ello no implica que este fenómeno se deba considerar como excepcional.  Sería conveniente, con el fin de minimizar al máximo el posible riesgo de sequía, considerar que es la sociedad más que la naturaleza la que determina la mayor o menor exposición a los peligros que este fenómeno conlleva.

Incluso ante una situación de peligro, son las condiciones de carencia de medios de defensa, más aún que la intensidad del fenómeno, las que determinan un menor grado de protección de la población y sus bienes, y, por ende, una mayor vulnerabilidad.

De esta forma, el desencadenamiento de importantes descensos de los registros pluviométricos actúa como un agente que revela las debilidades del sistema socioeconómico y político de un territorio, poniendo en tela de juicio la capacidad de gestión de un recurso tan preciado como es el agua.

En definitiva, el riesgo de sequía en diferentes regiones del planeta se deriva de la sensibilidad de sus habitantes y actividades ante este continuo acontecimiento, que incorpora la cualidad de peligroso tanto por sus propias características como por las que le prestan las condiciones de la sociedad que los padece

Problemas vinculados al agua

La escasez de agua dulce es un concepto mucho más complejo que simples indicadores, especialmente los físicos. Si se observa la escasez de agua de forma más analítica, se detectan problemas de medición y gran variedad de posibles interpretaciones, pero ello también servirá para construir capacidades que tengan en cuenta, además de los aspectos físicos, los sociales y económicos.

El agua cumple tres roles esenciales para la sostenibilidad del desarrollo mundial: aseguramiento de la salud humana, desarrollo económico y sustentación de importantes ecosistemas. Más del 70% de los recursos hídricos en el mundo se usan para producir alimentos, de modo que una crisis del agua necesariamente repercutirá en el abastecimiento de alimentos y el precio de éstos.

Sequía en Uruguay

Los problemas vinculados al agua no sólo se refieren a ésta como recurso sino como peligro. Como recurso, fundamental para mejorar la calidad de vida, el que requiere monitorear su deterioro cuantitativo y cualitativo. Como peligro, en tanto construcción de la falta del recurso, de las inundaciones y de las sequías que provocan catástrofes. El mal manejo del recurso y de su territorio lo convierte en una verdadera amenaza.

La reducción de la disponibilidad del recurso en calidad o en cantidad provoca conflictos de diferente naturaleza, que es necesario resolver. Los problemas derivados del manejo inadecuado del agua se ponen en evidencia en la salud de la población, en su calidad de vida, en los costos económicos para el mantenimiento de la cantidad y la calidad del agua para consumo y para la producción, en los costos sanitarios y sociales de la población involucrada y de los Estados para hacer frente a las consecuencias de las catástrofes hídricas.

El derecho al agua no está reconocido expresamente como un derecho humano independiente en los tratados internacionales, sin embargo, las normas internacionales de derechos humanos comprenden obligaciones específicas en relación con el acceso a ella.

Esas obligaciones exigen que se garantice a todas las personas el acceso a una cantidad suficiente de agua potable para el uso personal y doméstico, que comprende el consumo, el saneamiento, el lavado de ropa, la preparación de alimentos y la higiene personal y doméstica.

Fuentes principales:

Beatriz Escribano Rodríguez de Robles, Metodología de análisis en el tiempo para evaluar la escasez de agua dulce en función de la oferta y de la demanda. Caso de estudio: Los países de la región del golfo de Guinea. Universidad Politécnica de Cataluña, España 2010.

Ramón García Marín, Riesgo de sequía y vulnerabilidad socioeconómica en la cuenca del guadalentín, Universidad de Murcia, Murcia, 2008

Únete a la discusión

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Menu