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Las emociones difíciles

Las emociones difíciles

Es común complicarnos muchas veces sin ser conscientes, las emociones que consideramos como difíciles son las que realmente nos hacen sufrir y, además, acaban desencadenando en nosotros conductas indeseables e inapropiadas. Habitualmente ¿qué consideramos como una emoción difícil? Son aquellas que impedimos que se manifiesten y por tanto las que reprimimos. Lo hacemos porque nos generan un dolor emocional que no sabemos cómo gestionar.

Partimos de la base de que no hay emociones “buenas” o “malas”. Solo existen algunas “difíciles” y mal gestionadas. La tristeza, por ejemplo, es el sentimiento más duro y difícil de gestionar. Además de que suele tener una duración mucho mayor que otras emociones. Consideramos que una emoción es difícil cuando no nos permite avanzar. Cuando nos paraliza. Nos bloquea. El miedo es una de ellas. Esta sensación paralizante, puede llevarnos a huir, a evitar aquello que tememos y no afrontar determinadas situaciones.

Las emociones son fundamentalmente de reacciones psicofisiológicas:

  • Psicológicas porque cuando aparecen alteran nuestra atención, activan redes asociativas en la memoria, elevan cierto rango de respuestas que guían nuestra conducta.
  • Fisiológicas porque se encargan de organizar al cuerpo en forma muy rápida para dar una respuesta biológica. Esta respuesta biológica incluye cambios en el sistema nervioso central, en el sistema endócrino libertando hormonas, y la musculatura corporal, en especial el rostro que emitirá ciertas expresiones faciales. La representación mental de una emoción es un sentimiento. Los sentimientos pueden expresarse con palabras. Los sentimientos suelen organizarse en estados de ánimo. Estos estados de ánimo constituyen formas recurrentes de sentimientos producto de los diferentes estados emocionales.

¿Cómo remediarlas?

La intención acá no es ofrecer soluciones terapéuticas para regular las emociones, sobre todo las difíciles, pero el consejo es recurrir a esas ayudas, éstas pueden ayudar a bajar la intensidad de las emociones, pero no te ensañará a ser hábil e inteligente con ellas. Esto tiene que ver con el arte de vivir, y si no puedes solo, pide ayuda. Si vuelves a transitar los mismos caminos que te conducen a estas emociones, entonces, repetirás los mismos patrones.

El tratamiento psicoterapéutico como primera opción, y el tratamiento combinado de psicoterapia y farmacología como segunda opción, es la forma adecuada de abordar terapéuticamente las emociones. Cuando tienes una emocione negativa, como el miedo, trata de mencionar qué estás sintiendo.

Las emociones nos indican que somos tocados por los acontecimientos de la vida. Las emociones son el reflejo de la vida que está en nosotros, y su cualidad es consecuencia de un modo de vivir que mantenemos en pie diariamente. Se trate de emociones agradables, desagradables, violentas, son fuente de información principal e indispensable de nuestro estado interior y de nuestra realidad. Negar las emociones, rechazarlas o ignorarlas en realidad agrega un problema o una dificultad adicional al hecho de que padecemos una emoción negativa.

Las emociones son consecuencia de un conjunto de maneras de ver, pensar y reaccionar al mundo que, en la medida en que no estamos satisfechos con cómo nos hacen sentirlas, es necesario revisar y ver qué ajustes se requiere de este conjunto de formas de ver, pensar, entre otras. A primera vista parecería contradictorio el aceptar, no negar estas emociones que nos hacen sentir mal y que queremos superar, pero si vemos con cuidado podemos comprender que negarlas tiene como consecuencia el estar en desacuerdo con uno mismo, y por lo tanto con experimentar debilitamiento; lo cual no nos ayuda a sentirnos mejor.

Es importante ser capaz de reconocer y explicar nuestras emociones, esto no significa que encuentres culpables y responsables por cómo nos sentimos. Si bien lo que los demás digan o hagan efectivamente te afecta, tienes que tener presente que son determinaciones de las que no tienes control directo. Es decir, puedes influir en lo que las gente a tu alrededor puede decirte o hacerte, pero no puedes controlar sus vidas; a menos que entres en relaciones de poder y busques controlar y manipular a otros, pero esto no te ayuda a gestionar adecuadamente tus emociones. Es importante enfocarte en ti, no porque seas “culpable” de lo que te pasa y cómo te sientes, sino principalmente porque es lo que está en tus manos, y puedes cambiar, dadas las circunstancias.

Las emociones son por naturaleza temporales. Esto quiere decir que una gestión adecuada de nuestras emociones permitiría impedir que la tristeza, el miedo, la ira u otras emociones negativas permanezcan mucho tiempo y se vuelva permanente en nuestras vidas. Lo que ocasiona que ciertas emociones difíciles se fijen por mucho tiempo son comportamientos, modos de pensar y percibir particulares que perpetúan estas emociones; lo cual, produce que se arraiguen y que crezcan con el tiempo.

Por ejemplo:

  • Evitar situaciones que te generan ansiedad va a producirte más ansiedad respecto a esas situaciones. Esto ocurre en las fobias, trastornos de pánico, trastornos alimenticios y fobias sociales.
  • Emplear conductas de sobreprotección hacia tu persona te va a generar un sentimiento de estar menos en control de la situación, en vez de sentir que tienes el control. Por ejemplo, no salir a la calle si no es con compañía en los casos que tienes miedo a salir.
  • No exigirte y tener pensamientos de consentimiento e indulgencia tiende a afianzar estos pensamientos. Por ejemplo permitir estar preocupado indefinidamente o acosar por Facebook a tu exnovio.

Fuente principal:    R & A Psicólogos

Otras fuentes:

Fisiología de la emoción, Dr Alcides A. Greca

psicología de la emoción, El proceso emocional, Mariano Chóliz Montañés, Universidad de Valencia

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