La gratitud, o la capacidad de ser agradecidos, nos permite reconocer aquello que nos ha beneficiado de algún modo en algunos momentos de la vida otorgando un significado agradable a nuestra existencia. Las investigaciones efectuadas en el campo de la gratitud confirman la asociación positiva de la gratitud disposicional, con emociones positivas, satisfacción con la vida, optimismo, mejor autoestima, entre otras.
La gratitud hace referencia a una habilidad importante para desarrollar y mantener niveles adecuados de bienestar emocional, satisfacción y calidad de vida, así como la disminución de experiencias emocionales negativas. Es la sensación de agradecimiento y alegría en repuesta a haber recibido un regalo que hemos aceptado de una persona en concreto, independientemente de si se trata de un regalo físico o tangible, o si se trata de un beneficio intangible.
Como fortaleza humana favorece la manifestación de la virtud de trascendencia, entendida en cómo los seres humanos conectan con la condición humana, brindando significado a su propia vida a través de la conciencia.
Es un valor social muy fuerte y tremendamente poderosa, tanto para la propia persona a nivel emocional, como para vivir y sobrevivir en nuestro entorno a nivel relacional, como por ejemplo sentirse afortunado por haber podido experimentar un determinado momento, por una situación vital presente o pasada, o por el mero hecho de estar vivo.
Factores que intervienen en la gratitud:
La reciprocidad: Tanto el beneficiado como el beneficiario experimentan un estado de agrado emocional y satisfacción, provocando que ambos sientan gratitud de manera bidireccional.
La obligación moral: En respuesta a la necesidad de cumplir con agradecer el beneficio recibido, ya que, si luego de haber sido beneficiado no se expresan signos de gratitud, la presión social y moral perciben una actitud desagradecida en el beneficiado.
Cualidad sentimental: Son las manifestaciones más básicas del individuo, que expresa y que siente la gratitud como una experiencia afectiva de agrado, no es necesaria la reciprocidad ni la obligación moral para que logre transmitir signos de gratitud.
Disposición hacia la gratitud
Una de las características diferenciales entre las personas agradecidas y desagradecidas es la disposición que tienen para sentir y expresar la gratitud hacia sí mismos y hacia los demás. En ese sentido, la primera faceta de la disposición hacia la gratitud se refiere a la intensidad. Lo que implica es que una persona de disposición agradecida que experimenta un evento positivo, sienta más intensamente esa emoción o estado que alguien menos dispuesto a la gratitud.
Lo que implica es que una persona de disposición agradecida que experimenta un evento positivo, sienta más intensamente esa emoción o estado que alguien menos dispuesto a la gratitud. La segunda faceta hace alusión a la frecuencia.
En ese sentido, menciona que una persona más dispuesta a la gratitud puede informar que se siente agradecido muchas veces al día, y el agradecimiento puede ser provocado por el favor más simple o cualquier acto de cortesía. Por el contrario, alguien menos dispuesto a la gratitud, la experimentará con menos frecuencia.
La tercera faceta se describe como lapso. El lapso de gratitud se entiende como el número de circunstancias por las que una persona se sienta agradecida en un momento determinado. Es así que, personas de disposición agradecida se espera que se sientan agradecidas en todo momento por sus familias, su trabajo, su salud y la vida misma, junto con otra variedad de beneficios que las personas menos dispuestas a la gratitud, experimentando menos gratitud y valorando menos aspectos de sus vidas.
La cuarta faceta hace mención a la densidad, descrita como el número de personas a las que uno o una se siente agradecido por un específico resultado positivo. Por ejemplo, cuando se le pregunta a quién se siente agradecido o agradecido por un cierto objetivo o resultado como obtener un trabajo, la persona con disposición hacia la gratitud podría enumerar muchas personas, incluyendo familiares, amigos y mentores. Alguien menos dispuesto a la gratitud podría sentirse agradecido o agradecida con menos personas por obtener el mismo resultado.
El valor social de la gratitud
El sentimiento de gratitud no prescribe cuando la persona corresponde, ya que esta percibe el bien recibido como incuantificable, eterno o invaluable. Por ejemplo: «Siempre sentiré gratitud por la educación que me dieron mis padres».
La gratitud es estimada como un valor social, ya que en ella se ponen de manifiesto otros valores afines como el reconocimiento del otro, la reciprocidad de dones, la fidelidad, la lealtad y la amistad y, todo eso a su vez, puede llevar a construir el amor en su sentido más amplio.
En este sentido, la gratitud es sumamente importante para las relaciones humanas. Supone, de primera mano, que ambas partes se turnen en dar y recibir con el objetivo de alcanzar una sociedad cooperativa y solidaria entre los individuos que la conforman.
La gratitud impacta en la configuración de la conducta pro social de las personas. De esta manera, se plantea que la gratitud impacta positivamente en la relación entre el beneficiado y el benefactor, desarrollando la capacidad de realizar comportamientos pro sociales que se ven reflejados en el compromiso responsable hacia problemáticas de la sociedad.
Las personas actúan en forma pro social por mantener un estado afectivo placentero durante el tiempo. Por lo tanto, estarían motivados intrínsecamente a mostrar conductas pro sociales cuando experimentan emociones positivas como alegría y gratitud. Sin embargo, no significa que dichos actos sean motivados por beneficios o intereses internos, independientes al sentido altruista de las personas que ayudan a los demás, se refiera a las tendencias a desarrollar esas conductas pro sociales en el tiempo.
La gratitud forma parte del proceso de transformar emociones autodestructivas en emociones curativas. Es clave para la adaptación a la vida, al poseer la capacidad de reemplazar la amargura y el resentimiento por agradecimiento y aceptación.
Algunas personas son intrínsecamente más agradecidas que otras, no obstante, se ha encontrado que la gratitud comporta beneficios psicológicos y sociales a largo plazo, por lo que el aumento de las fortalezas de cada persona, particularmente la gratitud, lleva consigo un aumento en el bienestar subjetivo, y consecuentemente un aumento de la felicidad.
Tal parece ser que, desarrollando la capacidad de apreciar los aspectos buenos de la vida, aumenta la percepción de satisfacción hacia la misma. Por lo tanto, una de las formas para potenciar la gratitud es a través de ejercicios de agradecimiento, donde tanto el aspecto cognitivo como conductual, despierten emociones positivas en las personas, conmovidas por expresar la gratitud que sienten y por presenciar la experiencia de otros con respecto a esta emoción
Ser agradecido
Vivimos en una sociedad de consumo en la cual solemos prestar atención a lo que nos falta en vez de valorar todo lo que ya tenemos. Uno de nuestros grandes desafíos es tomar consciencia y dar las gracias por las cosas buenas de nuestra vida. Ser agradecido incluye:
- Agradecer a los demás por lo que hacen y por lo que son.
- Agradecerse a uno mismo, por lo que somos y lo que hacemos.
- Agradecer a la vida, a la sociedad, a las circunstancias por permitirnos ser, hacer y tener.
Gratitud pues, es algo que sentimos y que además nos impulsa a la acción. A través de ella, reconocemos las cosas buenas de nuestras vidas, ya sean intangibles o tangibles, y actuamos en consecuencia. Pero además de un estado temporal, también es un rasgo de carácter y ser una persona agradecida equivale a sentirse más satisfecho con la vida.
Fuente principal:
Sebastian Agustin Puig Otoya, Percepciones sobre la gratitud en el voluntariado de una organización no gubernamental de lima. Universidad de Lima. Lima – Perú, octubre de 2020
Otras fuentes:
- www.significados.com
- www.iepp.es